4 de Julio de 2024
 

Una ventana a los detectives en la literatura policíaca mexicana

El investigador privado cumple más de un siglo de presencia en las letras nacionales; un novedoso juego literario, editado por el sello Serie RedRum, pone a hablar a los protagonistas del género

Agencias

México

La figura del detective en la literatura surge a mediados del siglo XIX con el cuento “Crímenes de la calle Morgue” de Édgar Allan Poe. En este relato, publicado en 1841, Auguste Dupin resuelve un misterioso caso de doble asesinato en una habitación cerrada. Con este cuento, Poe sienta las bases de lo que sería el género policiaco.

 

Años después en Inglaterra, Sir Arthur Conan Doyle, inspirado en el detective de Poe, crea a Sherlock Holmes y la figura del detective amateur de gran habilidad intelectual empieza a ser imitada por otros escritores. Así surge la vertiente detectivesca o de misterio con personajes como Hercule Poirot, el padre Brown, Miss Marple, entre otros.

 

En estos relatos ocurría un crimen que rompía el orden social y la restitución del mismo recaía en estos detectives, de mayor capacidad investigadora que los cuerpos policiacos.

 

A principios de los años 20 en la revista Black Mask (EU) nace otro tipo de detective: uno más rudo y violento al que no lo mueve la búsqueda de la justicia necesariamente. Race Williams, creado por Carroll John Daly, fue el primer detective privado de lo que después sería conocido como el hardboiled, subgénero que resaltó la crudeza de las calles y el lado oscuro del ser humano. Contrario a Sherlock Holmes y los “detectives de sofá” quienes resuelven los enigmas gracias a su intelecto, Race Williams dice: “Tengo cerebro, supongo.

 

Todos tenemos. Pero un ojo agudo, un desenvainado rápido y un dedo firme en el gatillo me llevaron a este jale”. Si bien los detectives privados del policial duro son tipos duros, violentos y de habla recia, la mayoría de ellos tenía un código de ética al cual intentaban ceñirse. Phillipe Marlowe, quizá el detective más icónico del hardboiled, era una especie de caballero andante dispuesto a deshacer entuertos por “25 dólares por día y un bono si se encargaba del problema del cliente”.

 

En México, la figura del detective en la literatura nace en la segunda década del siglo XX con la noveleta Vida y milagros de Pancho Reyes (Detective mexicano), que fue publicada en San Antonio, Texas. Se desconoce el año de su publicación y el nombre de su autor. Sobre este último se deduce que era lector de Maurice LeBlanc y Sir Arthur Conan Doyle ya que menciona a personajes de estos autores. Pancho Reyes era un joven preparatoriano que se codeaba con hijos de aristócratas porfiristas.

 

De apodo el Tejón, portaba sombrero de ala ancha y era: “asiduo de los teatros de arrabal y de los bailes de rompe y rasga…admirador de la bohemia trashumante, frecuentador empedernido de sitios sospechosos de donde había salido más de una vez ileso gracias a su agilidad y a su buena Estrella”.

 

En los años 30 surgieron detectives en la revista Misterio como Sam Shik y Carlos Lombóron; Gilbert y Tamborel en la novela El puñal de oro y Lombarden en Pegaso, una revista de Mexicali. En los años 40 y 50 surgieron varios personajes en la revista Selecciones Policiacas y de Misterio, sus creadores seguían la fórmula detectivesca clásica. Destacan Máximo Roldán y Carlos Miranda, ambos de la pluma de Antonio Helú; Teódulo Batanes de Rafael Bernal; Peter Pérez, el detective de Peralvillo y anexas, creación de Pepe Martínez de la Vega; Armando Zozaya y María Elvira Morán de María Elvira Bermúdez, y Enrique Andrade de Rubén Salazar Mallén. No fue sino hasta la publicación de El complot mongol de Rafael Bernal, que surge un personaje como Filiberto García que rompe con el prototipo de los detectives mexicanos publicados hasta el momento.

 

García no es un detective privado en el sentido estricto del término, es un híbrido entre pistolero del gobierno e investigador privado. A él le sigue Héctor Belascoarán Shayne, creado por Paco Ignacio Taibo II; a partir de ahí surgen más detectives en novelas clasificadas como neo policíacas por PIT II.

 

En Expedientes desclasificados del género negro. Tomo I, José Juan Aboytia y José Salvador Ruiz, bajo la guía de Nahum Torres y su sello Serie Redrum, quisimos reunir a los detectives de la literatura policiaca mexicana por medio de la visión de sus creadores. Para este tomo se invitó a varios autores a que sometieran a sus personajes a un interrogatorio para que soltaran la sopa sobre sus vicios, miedos, cómplices y manías.

 

Los 16 detectives incluidos en el libro son: Joaquín Ceniceros, de José Juan Aboytia, con base en la ciudad de Salvatierra, sospechosamente parecida a Ciudad Juárez; Santos Mondragón, de Héctor Arreola, exjudicial que se emplea como investigador privado en Chihuahua; Fabricio Constantinescu Sorel, de Oswaldo Buendía Galicia, habitante de Ciudeath; Anónimo, de Mauricio Carrera; Guillermo Garmabella, de Iván Farías, vecino del barrio chino; Elena Rubio, de Nylsa Martínez, investiga sus casos al ritmo de canciones de Mijares; Marzo Michel, de Eugenio Partida, quien se mueve en las calles de Guadalajara; Tomás Peralta o Malasuerte, de Hilario Peña, feo pero de buen cuerpo; Abrupto Mortero, de Antonio Reyes Carrasco; Dominico Hidalgo Aqueberro, de José Salvador Ruiz, septuagenario, despacha en la cantina Old Crimes de Mexicali; Buck Spencer, de Sánchez Clelo, amante del jazz; Maltilde Bremen, de Martha Vidrio, exagente de la Dirección de Inteligencia; Osvaldo Soriano, de Héctor Fernando Vizcarra, exiliado argentino y escritor frustrado; Eliseo Hernández, de José Luis Zárate, detective de Puebla y la Ciudad de México; Miguel Ángel Morgado, de Gabriel Trujillo Muñoz, protagonista de 12 novelas; Héctor Belascoarán Shayne, de Paco Ignacio Taibo II, comparte despacho con un plomero, su ficha fue elaborada por Kike Ferrari, argentino que conoce al dedillo su saga.

 

El libro incluye además una breve semblanza del autor, una ilustración creada por IA y una cronología de los detectives en la literatura mexicana. El volumen es parte de un proyecto que contribuye al estudio y la divulgación de la literatura policíaca o noir en México.

 

El segundo tomo estará dedicado a la figura del policía como personaje literario; el tercero será de personajes de la sociedad civil que se ven obligados a investigar crímenes, investigadores por cuenta propia.

Nota tomada del Heraldo de México