El Museo Frida Kahlo es una ventana a la parte más humana de la pintora, impregnado de su esencia, narra la historia de la artista en cada rincón
Agencias
México
El 13 de julio de 2024 se conmemoran 70 años del fallecimiento de Frida Kahlo, lo que convierte a esta fecha en un hito para el museo que lleva su nombre. Ubicado en el que fuera el principal lugar de residencia de esta gran artista, el recinto ha sido un espacio fundamental para entender su vida y obra.
La Casa de Frida se convirtió en el Museo Frida Kahlo en 1958, sólo cuatro años después de que ella muriera. Fue gracias a la voluntad de la propia artista, junto con la de su esposo Diego Rivera, que este inmueble abandonó su vocación de espacio privado, para abrirse al público con el objeto de compartir la obra y colecciones de la artista. Comisionado por Diego, Carlos Pellicer, poeta y museógrafo tabasqueño, pero, sobre todo, gran amigo de la pareja fue el responsable de convertir la casa de Frida en un museo. Transformó los espacios cotidianos, poblados por sus pinturas al óleo y dibujos, sus enseres domésticos y objetos personales, en un lugar para apreciar y profundizar en la vida y obra de Frida. Mantener este ambiente cotidiano de inspiración y creatividad fue el objetivo del primer museógrafo y sigue siendo la vocación de este recinto.
La Casa Azul es el lugar donde Frida vivió gran parte de su vida. Aquí pasó 36 de sus 47 años de vida, la habitó desde que nació, creció al lado de su familia y también vivió con Diego Rivera en diferentes periodos después de su matrimonio en 1929. Aquí se recuperó de la poliomielitis que contrajo a los seis años y del accidente que sufrió a los 18 años de edad, cuando el camión en el que viajaba chocó contra un tranvía. Pasó muchos momentos rodeada de amigos, familiares, de sus seres queridos. Es el lugar donde murió y donde hoy se conservan sus cenizas.
A través del tiempo tuvo diferentes transformaciones, producto de las necesidades de sus habitantes. La familia Kahlo Calderón se mudó a esta casa de Coyoacán, en la esquina de Londres y Allende, en 1904, tres años antes de que naciera Frida en 1907. Así, en esta residencia vivió la familia Kahlo Calderón compuesta por el padre Guillermo, la madre Matilde y las cuatro hijas: Matilde, Adriana, Frida y Cristina. En estos primeros años, la casa tenía un aspecto diferente a como la conocemos hoy en día; la fachada y los muebles tenían influencias europeas que reflejaban la moda de la época. Después de su matrimonio con Diego, Frida la convirtió en una extensión de su personalidad alegre, sociable y creativa. Cambió el color de los muros, pintándolos de ese característico tono que hoy nos invita a llamarla La Casa Azul. Adquirió nuevos muebles tradicionales de México y piezas de arte popular, que se convirtieron en parte de la cotidianidad del espacio.
Poco a poco se fue transformando para convertirse también en su taller, en donde pintó gran parte de sus obras. La casa también se volvió galería, para mostrar a sus amigos y cercanos las piezas en las que estaba trabajando. Hoy en día podemos caminar a través del estudio que conserva una gran cantidad de los materiales artísticos que Frida utilizó.
Además, el Museo resguarda una nutrida variedad de colecciones con objetos y obras que nos cuentan historias de la pareja. Las piezas pintadas al óleo por Frida nos permiten ver sus inicios, sus obras muy tardías, algunos lienzos inconclusos y otros que probablemente pintó para ella misma. Resguardamos también su colección de fotografías, aparatos médicos y medicinas, su colección de arte popular y de arte prehispánico, sus vestidos, sus joyas, cosméticos y todos los objetos que le ayudaron a construir su identidad y apariencia.
Uno de los objetos más entrañables de la casa es la cama con dintel, en donde su madre colocó un espejo después del accidente. En ese espejo Frida se refleja y empieza a auto representarse y a pintar autorretratos. También está la biblioteca con los libros que los artistas usaron para documentarse y como inspiración durante su proceso creativo. Muchos de estos ejemplares están subrayados o tienen anotaciones de los artistas y podemos leer algunas de sus reflexiones. Otros tienen dedicatorias de los autores o de las personas que se los regalaron; así como la colección de exvotos, hechos por artistas anónimos.
El Museo Frida Kahlo se revela como una ventana a la parte más humana de Frida, impregnado de su esencia, narra su historia a través de cada rincón. Este lugar representa el núcleo de su vida: desde su nacimiento, pasando por su niñez y juventud, hasta su desarrollo artístico y personal. Este hogar fue su refugio y su fuente de inspiración. La Casa Azul es un testimonio vivo de su legado.
70 años después de su muerte, mantenemos este lugar con el objetivo de que continúe siendo un lugar de inspiración, reflexión y creatividad para el casi medio millón de visitantes que recibe anualmente.
Nota tomada del Heraldo de México