Los rock stars de la Antártida son indudablemente los pingüinos, los primeros que nos vienen a la mente cuando pensamos en el continente austral. Estas aves marinas obtienen todo su sustento del océano, pero no pueden dejar definitivamente la tierra porque a diferencia de otros animales acuáticos deben poner e incubar sus huevos en una superficie firme.
Hay cuatro especies que anidan allí: los pingüinos de barbijo, de Adelia, papúa y emperador. A pesar de que con frecuencia comparten territorio cada especie tiene rasgos que la hacen convivir sin competir con las demás.
En biología decimos que cada una tiene un nicho ecológico diferente, es decir un lugar, un tiempo y una función particular que les permite sobrevivir y usar los recursos de un ecosistema de manera distinta, por ejemplo al alimentarse de diversas presas, a diferentes profundidades y distancias de la costa o en distintos momentos.
Las particularidades del nicho ecológico de cada una de estas especies determinan también sus vulnerabilidades a amenazas como el cambio climático.
A pesar de sus diferencias todas las especies de pingüinos antárticos se ven afectadas por el pronunciado aumento de temperatura. La península Antártica es la segunda región del planeta que más rápido se calienta (0.072 ºC al año).
Mientras que los representantes de casi todos los países del mundo (supuestamente) se comprometieron a no dejar que la temperatura global promedio aumentara más de 1.5 ºC, en algunas partes de la Antártida el aumento ha alcanzado o rebasado esa cifra sólo en las últimas tres décadas.
Es decir, este continente tiene una tasa promedio de aumento de temperatura mucho más alta que la del resto del mundo. Y en las zonas en las que viven algunas colonias de pingüinos la tasa de aumento es todavía mayor y puede llegar a los 0.34 ºC al año.
Ya mencionamos que la falta de hielo hace escasear el alimento y provoca que se ahoguen los pollos de pingüino emperador, pero hay otras consecuencias negativas de las altas temperaturas. Uno de los efectos menos intuitivos del cambio climático es que con el aumento de las temperaturas las precipitaciones antárticas, en forma tanto de nieve como de lluvia, se vuelven más copiosas.
El exceso de nieve en la etapa en la que los pingüinos están cortejando, incubando sus huevos, empollándolos o cuidando a sus crías puede hacerlos desistir de la reproducción, y cada vez son más comunes las nevadas fuertes durante la temporada reproductiva. Por otro lado, a los pingüinos cada vez les llueve más, e imagínate lo que pasa cuando te empapas a temperaturas próximas a cero.
Los pollos no están preparados para estar mojados, porque tienen un plumón esponjoso que es muy buen aislante térmico en condiciones secas, pero absorbe muy bien el agua y no se seca fácilmente. Si llueve mucho antes de que los pollos muden el plumón juvenil por las plumas impermeables del adulto puede ocurrir que acaben calados e hipotérmicos, y no hay cosa más triste y paradójica que un pingüino muerto de frío.