En unos diez meses, Xamã ha cubierto más de 43 mil hectáreas de selva amazónica. Sin embargo, muy cauteloso, evita circular en áreas abiertas o cerca de cultivos. Este jaguar macho (Panthera onca) parece ser igual a miles de otros individuos de su especie que viven en la Amazonía. Pero no lo es. Además del collar GPS que lleva alrededor de su cuello, es un sobreviviente. Y su trayectoria arroja luz sobre las amenazas que enfrenta el felino más grande de América en Brasil.
Xamã fue encontrado cuando tenía aproximadamente dos meses de edad en una propiedad rural en la región de Sinop, en el estado de Mato Grosso, en Brasil –un área en el Arco de Deforestación de la Amazonía brasileña a menudo devastada por incendios–. Se sospecha que su madre fue víctima de un incendio o perdió al cachorro mientras intentaba huir de las llamas.
Al ser rescatado, Xamã fue llevado inicialmente al Hospital Veterinario de la Universidad Federal de Mato Grosso (UFMT). El cachorro pesaba poco más de 10 kilos, estaba desnutrido y deshidratado. Allí recibió la primera atención y las pruebas mostraron que, aunque débil, gozaba de buena salud. Además, era extremadamente reacio. Es decir, a pesar de lo sucedido, aún conservaba sus instintos naturales, el de ser un animal salvaje, algo fundamental para una posible reintroducción en la naturaleza.
El rescate de Xamã despertó la atención de World Animal Protection, que vio la oportunidad de utilizar su historia para advertir a los brasileños sobre el impacto de la expansión agropecuaria en la vida silvestre.
“Por ser un animal que había tenido muy poco contacto con los humanos, era un buen candidato para ser reintroducido. Luego llamamos a nuestros socios para identificar quién podría hacer su rehabilitación”, cuenta Júlia Trevisan, bióloga y coordinadora de vida silvestre de World Animal Protection.
La organización elegida para esta tarea fue Onçafari, referente internacional en la reintroducción de jaguares: en 2016, llevó a cabo la primera liberación exitosa en el mundo, las hermanas huérfanas Isa y Fera, y en la última década ya ha hecho varias otras, tanto en la Amazonía como en el Pantanal.
Después de cinco meses en el hospital de Sinop, los veterinarios atestiguaron que Xamã estaba en condiciones de viajar: con la ayuda de un reemplazo nutricional, casi triplicó su peso, alcanzando los 27.5 kilos. A lo largo de este período, se tuvo extremo cuidado para minimizar la interacción humana con el animal y así evitar el llamado imprinting (improntado), término utilizado para describir el apego con sus cuidadores.
Después de casi dos años, la tan esperada liberación
Para Sartorello, el período inicial fue el peor. Xamã había ayunado durante el viaje y luego pasó casi seis días sin comer, algo preocupante para un cachorro. Pero poco a poco volvió a alimentarse de nuevo, cuando le dejaron trozos de pollo y ternera.
Para monitorear su adaptación, había cámaras dentro y alrededor de las instalaciones. Ellas ayudaron al equipo de Onçafari a evaluar su progreso. Con el paso del tiempo, fue posible ver que estaba explorando más el territorio. A algunas áreas, sin embargo, le tomó más de un año acercarse.
Pero uno de los factores determinantes para definir el momento adecuado para la reintroducción de Xamã fue su capacidad de caza. Se tardó entre 10 y 15 minutos en sacrificar las primeras presas vivas liberadas en el recinto.
Cuando adquirió más experiencia, el golpe se produjo en menos de dos minutos. «Cuando liberamos un pecarí al final del proceso, se escuchó al animal dar dos gritos y se acabó”, cuenta el biólogo. “Era una señal de que estaba cazando bien. Estaba agarrando la base del cráneo, mordiendo el cuello y matando al animal en el acto. Y eso era muy bueno”.
Otro factor crítico para establecer que el joven felino estaba listo fue su interacción con otros jaguares, que pasaron cerca de la rejilla del recinto. Cuando llegó allí, se observó en los primeros videos que Xamã demostró un comportamiento sumiso hacia otros machos. A veces se agachaba, se acostaba e incluso se volvía patas arriba. Ya en las últimas imágenes obtenidas por las cámaras trampa, se enfrentaba a posibles rivales y ya no se sentía intimidado.