En noviembre de 1957, la policía de Plainfield, Wisconsin, irrumpió en la granja de Ed Gein, un hombre de 51 años detenido por la desaparición de una comerciante local. Lo que encontraron dentro superó toda imaginación y más tarde inspiró clásicos del cine como Psicosis, La matanza de Texas y El silencio de los inocentes.
La víctima, Bernice Worden, fue hallada colgada boca abajo y desollada como si fuera un animal. En el interior de la casa, los agentes descubrieron una macabra colección de objetos hechos con restos humanos: máscaras, cuencos de cráneos y un “traje de mujer” confeccionado con piel femenina. Aquella escena, tan espantosa que afectó psicológicamente al sheriff Art Schley, cimentó la leyenda del llamado “Carnicero de Plainfield”.
Pese a su enorme impacto cultural, Gein nunca había sido retratado directamente por Hollywood hasta ahora. La nueva entrega de la antología Monster, creada por Ryan Murphy, se centra en su historia. El actor británico Charlie Hunnam lo interpreta, mientras que Tom Hollander encarna a Alfred Hitchcock. La serie busca explorar su crianza, su obsesión con su madre y la forma en que su figura moldeó la cultura del terror.
A diferencia de asesinos como Jeffrey Dahmer o John Wayne Gacy, Gein solo tuvo dos víctimas confirmadas. El resto de los objetos humanos provenía de cuerpos exhumados en cementerios. “Era básicamente un necrófilo”, explica el escritor Harold Schechter, autor del libro Deviant: The Shocking True Story of the Original Psycho (1989), quien investigó su vida y entrevistó a personas cercanas al caso. Según él, la fascinación por Gein no radica tanto en los asesinatos, sino en lo que hizo después. “Era como un ogro de cuento de hadas que realmente existió”, dice.
Una infancia que sembró el horror
Ed Gein creció bajo la férrea autoridad de Augusta, su madre, una fanática religiosa que le inculcó el miedo al pecado y al deseo sexual. Su padre, alcohólico y violento, completó un entorno de aislamiento. Tras la muerte de su madre en 1945, Gein se hundió en la soledad: selló las habitaciones que ella usaba y vivió en condiciones miserables en una pequeña parte de la casa.
Entre 1947 y 1952, confesó haber realizado hasta 40 incursiones nocturnas en cementerios para desenterrar cuerpos. Según la psicóloga Katherine Ramsland, confeccionaba un “traje de mujer” para convertirse literalmente en su madre. En 1954, asesinó a Mary Hogan, dueña de una taberna, cuyo cráneo fue hallado después en su granja. Gein negó haber mantenido relaciones sexuales con los cadáveres: “Olían muy mal”, dijo.
El mito detrás del monstruo
El arresto de Gein desató una ola mediática sin precedentes. Fue diagnosticado con esquizofrenia y declarado no apto para ser juzgado, pasando una década en instituciones psiquiátricas antes de ser finalmente condenado como “culpable pero demente”. Murió en 1984, a los 77 años, internado en un hospital mental.
El caso de Gein inspiró a Norman Bates (Psicosis), Leatherface (La matanza de Texas) y Buffalo Bill (El silencio de los inocentes), tres figuras que exploraron el miedo a la represión sexual y el lado oscuro de la mente humana. Hitchcock retrató en Bates la dualidad entre deseo y culpa, una tensión que el propio Gein encarnaba al extremo.
Murphy, en su versión televisiva, afirma que el interés no está solo en los crímenes, sino en cómo los sistemas judicial y psiquiátrico de la época manejaron su caso. “Lo interesante es todo lo que rodea los asesinatos”, señala. Su serie busca más comprensión social que morbo, aunque Schechter teme que el retrato exagere aspectos irreales —como el uso de motosierras o torturas, que Gein nunca cometió— para hacerlo más “cinematográfico”.
El debate sobre la representación del mal
Murphy ha sido criticado antes por dramatizar casos reales con exceso de licencias artísticas, especialmente tras Dahmer, donde algunos lo acusaron de glamourizar a los asesinos. Sin embargo, con Gein, el creador se adentra en un terreno más lejano y simbólico: los años cincuenta, cuando la represión moral y sexual definía la identidad estadounidense.
Para Schechter, estas adaptaciones, aunque polémicas, cumplen una función catártica: “Nos permiten enfrentar nuestros miedos y darles forma narrativa”. Transformar la atrocidad en historia es, según él, una forma de control. Y quizás por eso, el mito de Ed Gein sigue tan vivo como sus ecos en el cine.
En palabras del propio Gein, interpretado por Hunnam en el tráiler:
“Tú eres el que no puede apartar la mirada.”