Mare no conoció la figura paterna ni dependió de un hombre como cabeza de familia. La suya, cuenta, se forjó como una familia “matrilineal” pues, a diferencia de la mujer oaxaqueña sometida al esposo, su abuela, su madre y sus tías salieron adelante solas para ganarse la vida con sus propias manos.
“Por eso canto, para reconocer nuestra fuerza (la de la mujer), para romper con lo establecido, para comenzar a tomar la decisión por nosotras, empezar a reconocer nuestras capacidades, a visualizarnos en nuestros propios proyectos fuera de la forma en la que nos mira el mundo”, afirma en entrevista telefónica con Notimex.
De edad madura, pero de ideas frescas, Mare Advertencia Lírika es una rapera de origen zapoteco y feminista que hace música para romper con lo establecido.
Desde su apariencia física hasta su léxico, el mensaje parece ser siempre el mismo: la oposición a una sociedad consumista, sexista, individualista y discriminatoria.
Nacida en uno de los barrios marginales de la ciudad de Oaxaca, Mare aprendió desde edad temprana cómo defenderse sola, cómo sobresalir a partir de sus propias capacidades, pero también aprendió a cuestionar la autoridad para luego desafiarla.
Todo comenzó cuando se opuso a una de las instituciones más poderosas de México: la Iglesia.
“Cuando empiezo a darme cuenta de todo lo que vivía dentro de mi comunidad, me doy cuenta de cómo la religión te hace ser muy conformista, como si Dios te hubiera puesto en esta condición de ser pobre, de ser mujer marginada. Se me hacía muy irónico”, cuenta en un documental de 2012.
No era para menos. El entorno infantil de Mare no era el que le platicaba el párroco de la iglesia. Su abuelo murió antes de que ella naciera. A su padre lo asesinaron cuando ella tenía apenas cinco años.
Su tío, el único hombre de la familia, tuvo que emigrar en busca del “american dream” (sueño americano), porque en el pueblo no había chamba.
Mare Advertencia supo entonces que ella no podría encajar en los estándares sociales.
Mujer, ¿y tú qué esperas?
El Dj rasguea el disco de acetato y la música corre en un homogéneo sonsonete. En el escenario, esta mujer de estatura promedio, morena, de ojos rasgados y complexión robusta comienza a mover la cabeza de un lado al otro; con la mano izquierda toma el micrófono y con la derecha, a la par, sigue el ritmo de la música.
óLiberación femenina!, gritamos, ¿quién se libera?
si sigues esperando el galán de telenovela,
si sigues arrastrando las culpas que cargo Eva,
para quitarte de tus prejuicios, ¿qué es lo que esperas?
“Lo que ha influenciado a mi música es justo el lugar dónde crecí, el contexto histórico en el que estoy viviendo que al final de cuentas va influenciando y determinando mi ejercicio artístico”, cuenta a Notimex.
En una década de trayectoria artística, uno de los cambios más significativos que tuvo la cantante de 30 años de edad, fue el de reconocerse orgullosamente indígena.
“Que yo no me reconociera antes zapoteca viene del racismo que vivió mi familia: el hecho de que tienes que renunciar a tu lengua, tus raíces, desconectarte del territorio en el que vivieron tus ancestros porque eso es progreso. Eso en mi familia se dio”, señaló.
Sin embargo, el rap y todo el movimiento hip-hop, asegura, la llevó redescubrirse y aceptar su origen, “fue un proceso para aceptar “sí, soy zapoteca” a partir de analizar mi propia historia”.
También hizo brotar su postura sobre la reivindicación del papel social de la mujer, ejercicio que cataloga como reconocer la fuerza femenina, reconocer que éstas puedan tomar decisiones por sí mismas, desde sus cuerpos hasta la participación en sus comunidades.
En sus letras –terriblemente críticas no sólo del sistema político sino, sobre todo, de la mujer sumisa y débil– es su propia experiencia la que canta, “hablo como mujer que vive dentro de un sistema machista”, empero aclara:
“No trato de ser portavoz de nada, afortunadamente he logrado empatía con otras mujeres, con algunas organizaciones y con voces que ya estaban siendo alzadas”.
Dentro de su discografía se encuentra “Qué mujer” lanzado este 2016, “Experimental Prole” que vio la luz en 2013 y “Siempre viva” en 2012, su primer disco como solista. Anteriormente formó parte de la agrupación Advertencia Lírika, del que tomó el nombre.
A partir de 2010 comenzó a participar en foros y grupos feministas tanto en México como en el extranjero, entre ellos Feminem, Jornadas Lesbofeministas Antirracistas, la Jornada Contra la Violencia a la Mujer y el Festival Contra la Violencia de Género en Oaxaca.
Hoy, a 10 años de trayectoria como rapera, asegura: “Desde donde estoy tengo la responsabilidad de asumir esta voz, de asumir este discurso porque al final de cuentas no me es algo ajeno, es algo con lo que he tenido que crecer y lidiar. Quizá lo que a mí me ha servido le sirva a otras”.