Enfoque cultural
Por: César David Español Pasos, Adolfo Orea Vite y Salvador Cruz
México, país de colores y tradiciones, tradiciones que en algunas ocasiones coinciden con las de otros países pero que, no obstante, no dejan de ser nuestras, en esta ocasión hablaremos de la tradicional colocación del árbol navideño que se lleva a cabo en todo el mundo y cuyos orígenes en México son muy curiosos, ya que si bien el origen de la tradición del árbol de navidad, que ahora conocemos, se remonta a principios del siglo XVII, en Alemania; aunque ya antes los antiguos habitantes de Europa colocaban manzanas y otros frutos sobre algunos árboles como rito para recibir la primavera y honrar a dioses como Frey, señor del sol y la fertilidad. Esta tradición fue evolucionando hasta que a mediados del siglo XIX, la iglesia católica aceptó el “árbol de Cristo”, como parte de las costumbres de Navidad que convivían con el tradicional Belén o Pesebre. Una de las versiones de cómo llegó el árbol de Navidad a México, cuentan que se le vio por primera vez cuando el Palacio Imperial de Chapultepec amaneció emperifollado con la brillante novedad traída directamente de Europa por orden de Maximiliano de Habsburgo, recién llegado Emperador en 1864, quien arribó a costas mexicanas el 28 de mayo de 1864, para instalarse en el castillo de Chapultepec luego de haber rechazado Palacio Nacional como residencia oficial debido a las chinches. La decoración causó tal furor que la aristocracia mexicana la adoptó de inmediato, desplazando temporalmente a los nacimientos de su protagonismo navideño. Y es que, desde su llegada a México, los “divinos” Maximiliano y Carlota se imponían en moda y normas ante la sociedad mexicana. Al año siguiente, en 1865, los mismos emperadores casi “cancelan” la navidad al proclamar el 24 de diciembre día de luto nacional por la muerte del padre de Carlota, el rey de Bélgica, Leopoldo I, pero los único que guardaron el protocolo que ordenaba el ceremonial de la corte fueron los conservadores. Cuando Maximiliano fue fusilado, se desprestigiaron las costumbres fomentadas bajo el imperio y su corte, así que el Árbol de Navidad cayó en desuso. En 1878, el general Miguel Negrete, considerado el mayor enemigo político de Porfirio Díaz y ministro de guerra durante la presidencia de Benito Juárez, retomó la tradición del árbol, luego de quedar muy impresionado por los árboles que conoció durante sus viajes a Europa y Estados Unidos. Instaló un árbol navideño en su casa descrito así por la prensa: “el árbol sembrado de luces, cubierto de heno, extendía sus ramas a una gran distancia, y contenía como 250 juguetes, entre los que cada invitado tenía derecho a elegir uno designado por un número que de antemano se repartió; los objetos consistían en juguetes de muy buen gusto y aún de lujo”. Y fue así como año tras año se siguió colocando el tradicional árbol navideño en México incluso en nuestro bello municipio año con año tenemos la visita de agricultores de varias partes de la república mexicana durante la Feria del Pino que se coloca en el bulevar Rafael Martínez de la Torre a la altura de los taxis denominados Pitufos para que nosotros los martinenses podamos adquirir alguno de estos bellos árboles o en dado caso, buscar en algún otro sitio, de cualquier forma lo importante es seguir manteniendo nuestras tradiciones.