Fui mamá a los 19 años y no me arrepiento. ¿Sabes por qué? No solo porque amo a mi hijo, sino porque ahora mi hijo ya casi alcanzó la mayoría de edad mientras que yo sigo siendo joven y puedo hacer cantidad de cosas, y disfrutar de que además de energía tengo experiencia y sabiduría.
Y mientras algunas personas piensan que viví mi vida “al revés”, para mí fue el orden correcto: ser mamá joven y disfrutar de la vida familiar y de mi hijo cuando tenía mucha energía para trabajar y ser madre. Ahora estoy disfrutando de la vida: viajando, trabajando en lo que me gusta y aprovechando todo lo que aprendí y viví durante los años anteriores. Porque ser mamá antes de los 30 años tiene estos beneficios.
Tienes más paciencia y energía
Con 22, 25 o 28 años tienes mucha más paciencia y energía para lidiar con un niño que cuando tienes más de 30 años, no digamos ya 40 o más. ¿Quieres poder amamantar a tu niño a las 3 a.m. y levantarte a las 7 a.m. con energía para ir a trabajar? Ten un hijo joven.
Te ayuda a enfocarte
Mientras que si no tienes preocupaciones y solo estás en la vida para estudiar y salir de fiesta puedes perder el foco en tu carrera, cuando tienes un niño quieres aprovechar la vida y el tiempo al máximo. ¡Es increíble como tener un hijo te ayuda a enfocarte en tus prioridades!
Te será más fácil comprenderlo
Cuando tienes un hijo antes de los 30, te resulta mucho más fácil identificarte con él o con ella y recordar cómo eras tú a su edad, las cosas que te gustaban y que odiabas, y así es más fácil comprenderlo.
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Tu cuerpo se adapta más fácil
Con la energía y la flexibilidad de la juventud, tu cuerpo se adapta más fácil a la maternidad, desde el embarazo y el parto hasta el período posparto.
Con todas estas buenas razones, quizá quieras considerar la posibilidad de ser mamá antes de cumplir 30. Pero antes descubre los pros y contras de ser una mamá joven que afrontamos con orgullo.