La mujer que encabezaba el grupo pidió hablar con el titular de la dependencia. Atrás de ella un grupo de sujetos miraba el edificio y hasta tomaba fotos. Mientras caminaban hacia la oficina del titular alguien dijo: «Están bonitas las instalaciones, ve escogiendo oficina, el puesto que quieras tener». ¡Qué nacos! Así se comportó un grupo del equipo de transición del gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares.
Por cierto, en ese grupo sólo una de las personas que acudían a la dependencia está en la lista de transición que Yunes Linares diera a conocer semanas antes. Los otros eran simples acompañantes que seguramente el gobernador electo ni conoce. Así están llegando de oficina en oficina, mirando a los empleados como si estos también fueran cómplices de Javier Duarte, con esa arrogancia de perdonavidas; de quien tiene la espada desenvainada y la venia para cortar la cabeza de quien le venga en gana.
Algunos ni siquiera saben a qué oficina están entrando ni siquiera saben que existen normas que se deben seguir, formas que se deben respetar. Llegan pateando la puerta como agentes federales, cateando cada oficina, enseñando el colmillo, su apetito insano, con ganas de quedar en un lugar donde haya para cumplir ese dicho famoso: «No te pido que me des, sino que me pongas en donde haya».