* Definitivamente eso solamente sería posible con acuerdos conjuntos entre los industriales del ramo y las instancias
Facundo Bartolo Salazar
Martínez de la Torre, Ver.- Debería haber control en el precio de la tortilla, y definitivamente eso solamente sería posible con acuerdos conjuntos entre los industriales del ramo y las instancias de gobierno, colaborando este último implementando acciones que brinden estabilidad en ese ámbito, y se prevengan fuertes impactos a la economía de las familias que menos tienen y que siempre tienen la preocupación por la alimentación de sus integrantes, expresó Gerardo Zapata García, miembro de la Unión de Comerciantes en Pequeño No Asalariados.
Mencionó que "ya sabemos que las cuestiones de mercado son las que mandan en los precios de los productos, y sobre todo los de primera necesidad, pero si el gobierno ha repetido hasta el cansancio que primero son los pobres, sería bueno que se apliquen programas para que sean menos dañados los ciudadanos de escasos recursos ante los aumentos a la tortilla, incluso se podría hacer algo parecido al tortibono que existía anteriormente'.
Insistió en que de alguna manera se debería proteger la economía familiar, y se podría partir de lo que alguna vez funcionó, ya que ni siquiera se puede pensar en que la Profeco sancione a los tortilleros que incrementen sus precios frecuentemente, pues hasta el momento esa dependencia no ha intervenido ante esa problemática.
Dijo que, dada la situación, sería necesario también entablar pláticas con los industriales de la masa y la tortilla para que, quizá a través de estímulos para el gremio, puedan acceder a periodos más largos sin aumentar sus precios, ya que para la mayoría de las familias la tortilla es indispensable para alimentar a sus hijos y es difícil acceder de momento a otro tipo de alimentos o cambiar drásticamente esa costumbre. Sin embargo, reconoció que eso depende de acuerdos que en su momento puedan establecer las partes.
Confió en que habrá buena disposición para que en su caso los propios consumidores puedan dar su opinión sobre la calidad de la tortilla que reciben y si en realidad corresponde a los precios que los industriales pretenden aumentar solamente a su conveniencia, y sin tomar en cuenta las consecuencias que eso implica sobre los consumidores, sobre todo las familias más pobres.
