Actualmente alberga a siete abuelitos de Misantla y municipios aledaños
Misantla, Ver.- Miles de historias, buenas y malas, hay de los tratos que se reciben en los asilos de ancianos. Hay para quienes, terminar sus días en un sitio como este sería una penitencia o castigo divino, pues hay personas que piensan que un asilo es una casa de abandono.
En Misantla hay un asilo, denominado Marie Antoinette Pavese de Magnani, sitio construido hace más de 10 años, diseñado, en aquel entonces, por un joven arquitecto, de nombre Efrén Meza Ruiz, que tenía la inquietud de tener un sitio donde los adultos mayores pudieran platicar, realizar actividades deportivas y artísticas, comer, dormir, incluso hacer oración.
Actualmente el asilo de ancianos alberga a siete abuelitos de Misantla y municipios aledaños. La razón por la que están ahí son varias y sus días no son un infierno, al contrario, conviven entre sí, con el personal que está a su servicio y hasta con personas altruistas que pertenecen a grupos religiosos, escolares o bien a algunas asociaciones civiles.
Son ellos quienes en muchas ocasiones les llevan juegos, música, lectura y los hacen recordar sus años de “gloria”. Los abuelitos, con cariño, platican sus pasos de jóvenes, de cómo vivían y qué disfrutan hoy en día.
Su directora, la médico Bety Gerón, quien amablemente permitió nuestra entrada, nos dejó platicar con ellos y preguntarles sobre cómo los tratan, qué les dan de comer, qué les emociona y hasta qué les hace falta.
Las respuestas de los señores en general son de gratitud, de felicidad y por supuesto de un buen trato.
Al menos Don Petter, de 98 años, afirmó que él está muy a gusto en el asilo, porque el trato que le dan es bueno, "me siento muy a gusto aquí, me tratan bien, me gusta ver los jardines los cuales me animan aparte del sonido de las aves, a veces no me gusta la comida porque yo quisiera algo más dulce, me queda muy poco tiempo, pero aquí con mis compañeros a veces se me olvida, porque me siento muy contento".
Es bueno que cambiemos nuestra película del trato que dan en un asilo de ancianos, es mejor acercarnos a sitios como estos, llenos de buenas intenciones, y llevarles, a través de una plática, un juego o una lectura, un momento de felicidad.