Jorge Parra
Nunca sabemos quiénes son ni mucho menos cómo se llaman, se trata de los malabaristas que trabajan en los semáforos, donde se ganan la vida honestamente, pero tienen nombre, una identidad propia e incluso uno de los que usualmente se ven en esta ciudad es misanteco, se trata de un joven que se puso a hacer lo que a él le gusta.
Entrevistado en la Plaza de la Concordia de esta ciudad, luego de realizar una rutina de sus malabares, Omar Castillo Salazar nos concedió una plática en la que nos habló de su modus vivendi, en la que de paso dijo arranca sonrisas y rompe rutinas.
Al preguntarle si los malabares son su único medio de trabajo sostuvo “La verdad sí, ya que tiempo atrás yo había trabajado en empleos donde tenía patrón, un salario y horario y me obligaban a hacer cosas que no me gustaban y de ahí empecé a hacer lo que a mí me gustaba y yo dije <<tengo que hacer lo que me gusta y de ahí tienen que salir frutos>> y así es como yo empecé en el malabar”.
Y acerca de si es suficiente lo que se gana en los semáforos para su vida diaria comentó “Hay veces que si y hay veces que no, depende de los días, hay veces que si me va bien y en el día saco algo bueno, pero hay veces como cuando hay lluvia que no me va bien, pero eso si me tengo que aplicar a hacer algo que le guste a la gente para que me dé una recompensa buena”.
Abundó acerca de lo que él considera que le gusta más a la gente “El malabar en lo general y también que varíe con diversos objetos el malabar, no sólo las puras clavas, sino que se juegue con un balón, con sombrero e incluso hacerlo sobre el monociclo, para que la gente que tiene una rutina y está en el semáforo se les regala una distracción y ellos te regalan una sonrisa y una moneda para que se baje el estrés y se les brinda diversión”.
Siendo autodidacta en su actividad, aseguró que nadie le enseñó a hacer malabares “Yo aprendí solo porque me gustaba mucho esta onda, pero nunca veía a nadie que lo hiciera aquí en la ciudad y yo dije <<yo quiero hacer algo aquí que no se ha visto>> y me puse a hacerlo”.
Comentó que no son muchas las personas que se dedican a esta actividad y que sean originarias del municipio “de hecho aquí en Misantla somos dos los que empezamos a hacer malabar y esos dos seguimos, a veces vienen de otras partes y se ponen a trabajar aquí y nosotros también vamos a otras partes y conocemos malabaristas de otros lugares, lo más lejos que he ido es a Oaxaca mediante el malabar, trabajando en semáforos para la comida y pasaje, y todo lo necesario para sustentarme, todo sale del semáforo y del malabar”, finalizó.