Juan Carlos Jiménez Benavídez
Tlapacoyan, Ver.- La colonia Francisco Villa, donde se celebra cada año a San Judas Tadeo, donde fieles comienzan a llegar desde la madrugada del viernes para ser partícipes, de la festividad de este santo.
Los fieles que emergen de diferentes puntos de la ciudad en torno a esta capilla, cargan en hombros, brazos cruzados o manos la estatua diminuta, pequeña, grande o gigante del santo “siempre tan milagroso”, con el ánimo de mejorar su situación familiar, personal, laboral y de salud.
Feligreses desde niños hasta adultos mayores, incluso madres con bebés en brazos, y sobre ellos o a un costado el santo ingresan a la capilla a paso lento por la gran afluencia a la que convoca cada mes y cada año San Judas Tadeo.
La asistencia no se limita a nadie, sólo hay que tener paciencia para entrar, pues en el camino los fieles llegan venerando al “patrón de las causas difíciles” con rezos, el rostro lleno de lágrimas, caminando con muletas, de rodillas o en sillas de ruedas.
También, con la mirada hacia el cielo o manos extendidas y con la esperanza, sobre todo, de ser agraciados con un milagro, que les dé una nueva oportunidad de vida.
Hay fieles que llegan al lugar para dar gracias por algún milagro que les hizo, o también los hay quienes llegan sólo para saludarlo y festejarlo en su día.
