Luis Hertz, Cronista municipal
La década de los años cincuenta en Tlapacoyan, Veracruz…
En la Sultana del Barlovento…
La de los prolongados “nortes”…
La Reina del Café y Tabaco…
La que fuera gobernada por: Leobardo Vázquez Camacho (1950-1952), Manuel Domínguez Aguilar (1953-1955), Gustavo Croché Servín (1956-1958) y Federico Valdez Lavalle (1959-1961).
En el incipiente entramado urbano mitad concreto y mitad empedrado.
Destacaba la esquina formada por las calles de Ignacio de la Llave e Ignacio Alatorre actualmente (Héroes de Tlapacoyan)… donde flotaba en el ambiente; la sonoridad viciada del magnetófono de bobina abierta… Provocado por la sinfonola “Wurlitzer”… Que le daba una tesitura nostálgica a la voz de Rafael Hernández Marín “El Jibarito”… Que interpretaba el hermoso bolero de su autoría- “Perfume de gardenias” (1936). Resaltaba el espectro audible. Al interior del salón principal del bar “La Calle Doce”. Propiedad del señor Adán Hernández. Reinaba el vocerío de los parroquianos… Celebrando la hora del amigo.
El sórdido sonido provocado por el golpeteo de las bolas de marfil del billar “Montecarlo” era parte del ritual de carambola o pool que daba inicio al grito del tradicional “tiempo… Don Timo”, quien a su vez procedía a dotar de lo necesario para iniciar el juego: tiza, bolas y los más privilegiados tenían su propio taco.
A unos cuantos pasos el aroma exquisito de las acamayas recién preparadas por Melquiades Guzmán resultaba cautivante para propios y visitantes del restaurante bar…
Como parte de este escenario urbano en la acera de enfrente se emplazaba el sitio de taxis “Llave” como se le conocía entonces.
El estacionamiento dispuesto en batería de los vehículos de alquiler marca “Ford” modelo “52” eran muy característicos, la charla de dueños y choferes; León Ramírez “Che” greñas, Cantellano cantito, Jaime Suárez, Bandala y don José Ramírez se mezclaba con el alegre tintineo de la celebérrima cajita metálica de sal de uvas de nuestro estimado padre Elías que recorría incansable las calles empedradas de nuestro pueblo, para recaudar fondos para la construcción de la escuela “Juan Bosco” bajo la magistral dirección de obras de don José Pelayo Fuentes (1955).
Esos tiempos también vieron la cuchara maestrera del “Congo” jefe de obras en la construcción del edificio “Barrientos” (1951).
Más al sur el tradicional asoleadero propiedad del Intercambio Comercial empresa dedicada a la venta de agroquímicos y fertilizantes. Escenario en alguna ocasión de las notas de “Quién Será” interpretada por los 16 músicos de la orquesta del genial mochiteco Pablo Beltrán Ruiz en torno al esperado baile de coronación y clausura de la feria.
Alternando musicalmente con nuestra entrañable orquesta “Estrella”, que dignamente nos representaba en esos magnos eventos.
Las telas se utilizaban para adornar los cuerpos de las mujeres. Uno de los perfiles más destacados nacidos en esta época fue la silueta en forma de guitarra, reloj de arena, definida por curvas generosas contrastadas por una cintura de avispa. Surgen entonces los sostenes de realce acabados en punta, fajas y corsés con ballestas y para completar la tortura: los tacones de aguja.
El cabello se usaba largo, corto, lacio o con rulos, y el tono predilecto, sin duda, era el rubio. También se usaban pelucas.
Deliraban con el rock and roll y tenían una imagen entre ingenua y femme fatal; los hombres utilizaban colores oscuros en trajes formales y corbatas rectas y delgadas también de color oscuro zapatos tipo bostoniano o italiano.
Las coronas ceñidas en las sienes de nuestras recordadas Reinas de la feria en esa década fueron: (1953) Esperanza Torres de Barreda, (1954) Aurora Croché Wolf, (1956) Carmela Chacón de Llaguno, (1957) Mercedes Núñez de la Sierra, (1958) Gloria Soler Carballo, (1959) María Elena Segovia de Todd, engalanaban el escenario principal de nuestro palacio municipal.
Las caravanas musicales que se presentaban en el cine “Ada” fueron con memorables artistas de la talla de Javier Solís, Lucha Villa, Fernando Soto Mantequilla, Ninon Sevilla, el imitador Tilín el “Fotógrafo de la voz” don Carlos Neto y Titino, solo por mencionar algunos.
Célebres eran las tradicionales garnachas de doña Lupita Huerta acompañadas de las refrescantes gaseosas o las chichas de zarzaparrilla de Don Tobías, escuchando “Fatalidad”, o “Nuestro juramento” de Julio Jaramillo proferido por la “rocola” del establecimiento.
Y allí a un ladito en tiempos de feria se instalaba la tradicional carpa de chanito Estrada que alegraba las noches de Tlapacoyan en aquellos tiempos idos…
Un saludo desde Tlapacoyan, Veracruz… La tierra del Encanto.