18 de Febrero de 2025
 

Rinden homenaje a Don Luis Escobar Toledano

-Ofelia Jarillo y ediles recuerdan al benefactor de Tlapacoyan

COMUNICACIÓN SOCIAL

La muerte es el comienzo de los seres que le dieron un sentido a nuestra historia. Muchas personas fallecen diariamente en el mundo, pero aquellas que por sus obras trascienden y nos reconcilian con la humanidad, son pocas.

Esta mañana tengo la reconfortante pero difícil misión de rendir homenaje póstumo a un hombre destacado, sensible y especial, ciudadano de genuina vocación y rigor administrativo indiscutible.

El día 18 de diciembre de 1917, falleció en nuestra ciudad de Tlapacoyan, a los 75 años de edad, nuestro prócer Luis Escobar Toledano; su deceso se lamentó en todo el ámbito regional, porque la vida y la obra de Don Luis, trascendió y atravesó nuestro círculo territorial y su partida se lamenta porque esperábamos más frutos de su labor intelectual y de sus características como persona.

Resumir su vida no es una tarea sencilla… Don Luis Escobar Toledano nació el 21 de junio de 1842 en el barrio del Carmen de Teziutlán, Puebla, sus padres José Antonio Escobar y doña Dolores Toledano. Don Luis Escobar Toledano se casó en Tlapacoyan con Carmen Cardeña originaria de esta ciudad.

Fue alcalde de Tlapacoyan, donde es considerado el principal benefactor. Hombre culto bajo cuyo mandato la ciudad vivió una etapa de crecimiento en varios órdenes.

Se le atribuyen, entre otras, las siguientes obras:

llevaron a ocupar el cargo honorífico de alcalde en el año de 1875, desempeñándolo en varios periodos con éxito y ejemplar trayectoria pública hasta 1907 en su última gestión, convirtiéndose en el gran constructor urbano de nuestro municipio, reconociéndosele como el “Benefactor de Tlapacoyan”, por el gran número de obras de colosal trascendencia y utilidad actual, entre las que destacan: La construcción del palacio municipal, en el año de 1890;

el túnel de Totoapan, que conduce el agua, del 21 de junio de 1886 al 21 de junio de 1888; introdujo el servicio de agua a la población el 5 de Mayo de 1892; construyó el Cementerio Municipal, en el año de 1906; el puente de Tomata, en el año de 1886; construyó el rastro municipal; el puente viejo en la calle Juárez, el puente nuevo en la calle Hidalgo y también construyó la Capilla del Cerrito y el parque Central.

Construcción del empedrado en las principales calles de la población y construyó la escuela primaria Revolución al lado del palacio municipal, hoy escuela Héroes de Tlapacoyan y 22 de Noviembre en el turno matutino y vespertino, respectivamente. Todo esto fue su obra que realizó en varios periodos en el lapso de 20 años al servicio del pueblo, durante el transcurso de su desempeño como primera autoridad, también sobresale el funcionamiento del Telégrafo y el primer sistema de Alumbrado Público por medio de gas, la construcción y habilitación de espacios para la enseñanza en todo el territorio municipal.

La vida brinda oportunidades en momentos irrepetibles y posiblemente, muchos amigos, muchos ciudadanos, no hayamos tenido ni buscado la oportunidad de agradecerle, pero hoy no debemos perder esta posibilidad. En este momento y en este escenario, se hace necesario expresar a Don Luis, una palabra de agradecimiento y retribución por los años dedicados al servicio público que directamente redundó en beneficio de los tlapacoyenses. Un sencillo “gracias”, tal vez no alcance en comparación con los beneficios recibidos, pero es una palabra que nos enriquece e ilumina el alma como un rayo de luz, cuando la pronunciamos con sinceridad. Estamos seguros de que esta gratitud llegará a Don Luis dondequiera que se encuentre.

Por su parte el Cronista de la ciudad Ingeniero Luis Herrera Téllez dio a conocer lo  siguiente en su participación: Durante su régimen, el Presidente Porfirio Díaz y su administración (1876-1880, 1884-1911) modernizaron la economía y la industria de México. Empresas internacionales invirtieron en las minas que se encontraban en el norte de México, mientras que en las regiones centrales y del sur, otras compañías reestructuraron las tierras de cultivo y las hicieron más productivas gracias al uso de nuevas técnicas agrícolas y nueva maquinaria. Inversores extranjeros construyeron ferrocarriles contribuyendo con ello a una mejora en las exportaciones. A medida que el país progresaba, su sistema bancario registró un aumento de capitales. México pudo pagar su deuda internacional y reconstruir su infraestructura.

México progresó económicamente para algunos, pero muchos más quedaron al margen. Las élites ganaron en riqueza e influencia, pero la mayoría de la población tuvo que aceptar la nueva situación, trabajando duro para poder sobrevivir. La llegada de nuevas haciendas y empresas a zonas rurales provocó que los granjeros y mineros mestizos se convirtieran en peones y que algunos pueblos indígenas se convirtieran en aparceros. Los hacendados y las compañías europeas y americanas contrataron capataces encargados de vigilar el trabajo en sus instalaciones. El gobierno de Díaz creó una policía rural (conocida como Rurales) y desplegó tropas federales con el fin de mantener el orden por todo el país. La modernización del país produjo un crecimiento de la injusticia y de las desigualdades sociales.


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