- Decenas de migrantes que pasan semanalmente por las vías del ferrocarril, quienes se quedan por algunos días o semanas, para posteriormente continuar con su trayecto hasta Estados Unidos
Santiago González
Xalapa, Ver.- Debido a la inseguridad que impera en algunas regiones del país y de la entidad veracruzana, así como la difusión de noticias de secuestro de centroamericanos en su paso por México para llegar a la frontera norte, ahora Xalapa ha comenzado a convertirse en ruta de los migrantes.
La aparición de personas de países de Centroamérica que se daba por Xalapa hace algunos años, principalmente por equivocar la ruta, ahora es un trayecto bien planeado con miras a evitar ser víctimas de la delincuencia.
Así lo confirman las decenas de migrantes que pasan semanalmente por las vías del ferrocarril, quienes se quedan por algunos días o semanas, para posteriormente continuar con su trayecto hasta Estados Unidos y lograr el sueño americano.
Todas aquellas anécdotas de terror sobre asesinato y secuestro de migrantes, violaciones a mujeres o niños que son arrojados desde “La Bestia” por no pagar la cuota, se quedan cortas cuando deben vivirlas en carne propia, comenta Eduardo, un migrante centroamericano, quien ante la inseguridad buscó una ruta alterna de viaje y junto con otros compañeros terminó en Xalapa desde hace casi una semana.
Apenas la luz roja se enciende en el semáforo sobre la avenida Circuito Presidentes a la altura de la USBI y de inmediato Saúl, Marco y Eduardo buscan vender entre los automovilistas unas artesanías hechas de palma, que Alexis elabora bajo la sombra de un árbol.
No buscan mayores problemas, no se meten con nadie y únicamente piden una moneda, en primer lugar, para comprar comida; en segundo, para juntar alrededor de 5 mil pesos, que es la cantidad que estiman les costará comprar boletos de camión que los lleve a su siguiente objetivo: Nogales, Sonora.
Saben que es en esa ciudad fronteriza donde pueden conseguir a un “pollero” que los cruce hacia Estados Unidos y alcanzar el sueño americano, pues hasta el momento sólo han vivido la “pesadilla mexicana”.
Eduardo, originario de La Ceiba, Honduras tiene 27 años y un mes de viaje desde que salió de su hogar donde salió solo con su mochila, algo de comida, mil lempiras (aproximadamente 650 pesos) y la bendición de sus padres. Para él, precisamente esa bendición, es la que lo ha traído con bien hasta la ciudad de Xalapa.
Sin embargo, eso no lo ha apartado de ser asaltado por la Mara Salvatrucha, ser robado por policías municipales, perseguido por agentes del Instituto Nacional de Migración, o peor aún, ser testigo de violación de mujeres sin poder hacer nada, cuando les apuntan con pistolas o los amenazan con machetes.
También busca todos los días que salga de su mente la imagen de un bebe y un niño de unos 5 años de edad que fueron arrojados desde el tren en movimiento junto con sus padres, por no pagar una cuota de 200 pesos por ir arriba de los vagones.
“Esos fueron los maras, arrojaron a mucha gente y otros más se aventaron solitos, a nosotros nos quitaron lo que traíamos en ese momento”, recordó.
Además de Eduardo, también está Alexis, originario de Tegucigalpa con apenas 18 años de edad, quien comentó que antes de tomar la decisión de viajar asistía a la escuela y vivía con su madre, pero estaba consiente que no le esperaba un buen futuro al quedarse en su lugar de origen, pues aspiraba a trabajar como empleado en alguna tienda ganando 50 lempiras diarios, es decir 33 pesos aproximadamente. “Allá el dinero no alcanza para nada, aquí nos sorprendió mucho ver que la gente es muy amigable nos han regalado comida, dinero y algo de ropa, un día juntamos vendiendo las artesanías hasta 200 pesos, y eso es mucho dinero para nosotros”, mencionó.
Eduardo y Alexis son más abiertos a hablar y responder algunas preguntas, Marco es más apartado y desconfiado, pues él lleva más de dos meses desde que salió de un pequeño pueblo agrícola llamado Progreso Playa Blanca en Guatemala.
Relató que mucha gente se le ha acercado supuestamente para ayudarlo a lo largo de su viaje, pero una vez lo intentaron secuestrar en Coatzacoalcos, mientras que en otro punto de Veracruz que no logra identificar fue acusado con policías de andar robando en las casas y únicamente los uniformados le quitaron sus pertenencias y lo dejaron continuar.
Quien ha decidido no responder preguntas es Saúl, también originario de Guatemala y él prefiere aprovechar todo el tiempo posible para vender sus artesanías o recibir alguna moneda de la gente.
La ruta
Este grupo de cuatro centroamericanos se conocieron en Tonalá, justo después de ser asaltados tanto por miembros de la Mara Salvatrucha como por policías municipales, quienes se juntaron para despojar de sus pertenencias a un grupo de alrededor de 200 migrantes.
Ahí platicando con otros migrantes, coincidieron que la ruta original que pasa por Coatzacoalcos, Acayucan, Orizaba y luego Lechería en el Estado de México, ya no era tan segura. Por tanto, conforme a la información y a un mapa que tenían, establecieron que la clave para estar a salvo era modificar la ruta una vez entrando al estado de Veracruz.
Por ello, a partir de Coatzacoalcos trazaron una ruta distinta, donde tendrían que establecer a Xalapa como un paso obligado y mucho más seguro para llegar al norte del país.
Relataron que una vez en Coatzacoalcos, justo cuando el tren iba a arrancar notaron que muchas personas comenzaron a brincar, porque había rumores de bandas de delincuentes más adelante y ahí fue que decidieron establecer la ruta alterna, tal como se los habían recomendado ya otros migrantes.
Cuando llegaron a las calles de Coatzacoalcos, deambularon por unos días pidiendo ayuda y con suerte encontraron trabajo en una obra como albañiles, que les permitió juntar dinero. Temerosos de seguir por la ruta del tren acordaron pagarle a un trailero alrededor de mil pesos, para que los llevara lo más al norte que se pudiera y llegaron a Veracruz.
En el municipio de Veracruz comenzaron a caminar y seguir pidiendo dinero, incluso aquí tuvieron la suerte que un grupo de policías hasta les regalaron comida, sin embargo durante su recorrido notaron que los estaban persiguiendo agentes de Migración y sin saber cómo, llegaron a la estación de autobuses.
“Como nos venían persiguiendo pedimos 4 boletos para donde fuera y nos alcanzara, y entonces nos dijeron que había para Xalapa, que de ahí podíamos llegar a la Ciudad de México y nos subimos”, relata Eduardo.
“Ahora hemos visto ya a varios compañeros de Honduras y El Salvador caminando por las vías y se siguen de largo, pues dicen que es más seguro por esta ruta, aunque más largo el camino. Nosotros hemos decidido estar unos días más y luego seguiremos, pero Xalapa se va a convertir en un paso seguro y obligado”, añadió.