Quienes lo conocieron en vida no perdonan que las autoridades lo señalaran de pertenecer a la delincuencia organizada.
AGENCIA AVC
Veracruz
Un camión lleno de personas siguió la carroza que llevaba el cuerpo de Anthony, hasta el último lugar donde descansará, después de haber sido “levantado” de un centro nocturno, para luego sus restos ser tirados junto con los de otras diez personas.
En sus familiares y amigos, el dolor por su muerte se mezcla con la indignación. Ninguno perdona que las autoridades veracruzanas hayan señalado que todas las personas, cuyos cuerpos fueron dejados en el fraccionamiento La Tampiquera, estaban relacionadas con la delincuencia organizada.
Ellos, quienes lo conocieron en vida, no lo pueden perdonar y repiten una y otra vez que nada tenía que ver con actos ilícitos o con esos grupos.
Para ellos, los medios de comunicación mienten al haber publicado las declaraciones del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, quien dijo que había indicios de que tenían vínculos con la delincuencia organizada y luego informó que verificarían los antecedentes.
Ninguno de los familiares quiere hablar ante cámaras o micrófonos, algunos muestran indignación y otros más manifiestan temor, debido a la situación en la que fue encontrado el cuerpo.
Anthony Vergara Capetillo pertenecía al Pentathlón Militarizado, organización que se caracteriza por participar en los desfiles cívicos.
Sus compañeros, aquellos que entrenaban con él, acudieron a decirle adiós con el pantalón del logotipo del Pentathlón, aquel que él usara cientos de veces y que no volverá a utilizar pues su vida acabó en medio de la ola de violencia.
Las flores blancas en casi todas las manos de los acompañantes del cortejo lucieron en el adiós del joven, en un sepelio lleno de dolor y coraje.
Ana Alicia Osorio/AVC Noticias