20 de Septiembre de 2025
 

La obligan a trabajar, pese a riesgo

-Le detectaron diabetes y teme por su salud

Por Juan David Castilla Arcos

A Martha, de identidad resguardada, le diagnosticaron diabetes hace un par de años. Labora en la clínica hospital del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), en Xalapa, donde le habían dado un permiso para resguardarse en casa por la pandemia del SARS-CoV-2 (COVID-19), pero hace unas semanas, la obligaron a volver al trabajo.

La Secretaría de Salud del Gobierno Federal ha sido enfática sobre los cuidados específicos para personas con enfermedades crónico-degenerativas.

El mismo subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, ha insistido en que el mayor número de fallecidos por este virus tenía hipertensión o glucosa elevada en la sangre.

“Hay poblaciones que por sus características tienen mayor probabilidad de complicarse y de morir, y son las personas adultas mayores, las mujeres embarazadas y personas que tienen enfermedades crónicas: hipertensión, diabetes, enfermedad pulmonar, enfermedad cardiaca crónica, insuficiencia renal crónica, inmunosupresión por cualquier causa, que puede ser por cáncer, VIH”, explica en una de sus tradicionales conferencias de prensa.

Doña Martha, de 46 años, teme contagiarse en el trabajo. Sabe que estaría en riesgo su vida y que en casa la esperan su joven hijo y su marido.

Cree que en su área laboral habría contacto con quienes tienen el virus, pues cualquier clínica u hospital podría considerarse un foco de infección en la actualidad.

Ha pagado a sus compañeros para que la suplan. Ellos también se han solidarizado y la han apoyado en ese sentido, pues saben de su enfermedad.

MENTIRAS INSTITUCIONALES

La clínica hospital del ISSSTE se encuentra sobre la calle Fraternidad número 409, en la colonia Obrero Campesina.

En dicho lugar no solo faltan insumos y materiales de protección —tanto para quienes allí laboran como para los derechohabientes— también los directivos ocultan información sobre los casos de SARS-CoV-2.

“Ellos dicen que no hay ningún caso de COVID-19 en la clínica, pero sabemos que eso no es cierto”, cuenta.

El pasado 25 de marzo, un grupo de trabajadores protestó en dicho lugar para exigir seguridad sanitaria y así poder atender casos sospechosos de coronavirus.

Médicos, enfermeras y hasta intendentes pararon labores en aquella ocasión, pues carecían de gel sanitizante, mascarillas y guantes.

Incluso, estaban muy molestos porque algunos trabajadores con diabetes, hipertensión y otros padecimientos seguían laborando, pese al riesgo de contagio.

Ese mismo día, el área de Comunicación Social dio a conocer desde su cuenta oficial en redes sociales que la clínica había recibido materiales e insumos adecuados para atender la contingencia actual, personal médico altamente calificado y un plan específico para hacer frente al COVID-19.

MIEDO AL CONTAGIO

Doña Martha sabe que, en cualquier momento, sus compañeros dejarán de suplirla o simplemente no tendrá el dinero para pagarles.

La mujer reserva su nombre real por temor a ser despedida. Menciona que no es la única trabajadora del ISSSTE en dicha situación y, por responsabilidad moral, tenía la necesidad de alzar la voz.

En otras instituciones de salud ha ocurrido lo mismo. Así ha sido también en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

El 23 de marzo, médicos y enfermeras de la clínica 11 se manifestaron para denunciar que algunas de sus compañeras embarazadas habían sido obligadas a laborar durante la contingencia sanitaria.

Presuntamente, les habían negado permisos para ausentarse y así protegerse de un contagio.

Sin embargo, después de la protesta, los directivos del IMSS autorizaron que todos los empleados vulnerables no se presentaran a trabajar, durante el confinamiento.

A nivel nacional, el director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, había firmado un acuerdo con el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), para que laboraran desde casa personas de 65 años o más, mujeres embarazadas o en etapa de lactancia, con enfermedades crónico-degenerativas, que viven con VIH, con inmunosupresión y aquellas que presenten enfermedades respiratorias.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

El pasado 27 de abril, personal del Hospital de Boca del Río protestó para denunciar anomalías en el lugar. Entre ellas, que estaban obligando a laborar a enfermeras con padecimientos crónico-degenerativos.

Unas semanas después, María de Jesús Luna, quien alzó la voz en dicha manifestación, fue contagiada de COVID-19.

La salud de la enfermera se agravó y por esa razón fue trasladada al Hospital de Alta Especialidad.

“Ella fue una de las que hizo la denuncia durante la protesta que hicimos el pasado 27 de abril y ahora ella se debate entre la vida y la muerte, y hay más casos, este es solo uno”, comentaron sus compañeros en diversos medios de comunicación de la zona conurbada.

El riesgo es latente y en la clínica hospital del ISSSTE, en Xalapa, podría ocurrir algo similar, al obligar a trabajadoras y trabajadores con diversos padecimientos a trabajar en zonas de alto contagio.

SANITIZACIÓN

Cabe destacar que el ISSSTE ha realizado campañas de sanitización en su clínica hospital de Xalapa.

Dichos trabajos han estado en manos de profesionales, aplicando estándares de calidad en desinfección y esterilización en todas las áreas.

Lo anterior, para eliminar fuentes de contaminación y mantener un nivel impecable de higiene ante la situación de contingencia actual.

Se busca garantizar la seguridad sanitaria, tanto del personal de la clínica como de la derechohabiencia.

Además, el nosocomio recibió una donación ciudadana de insumos por parte del ciudadano Luis Sardiña Salgado.

Se trató de 200 caretas y 100 cubrebocas triple capa para el personal de enfermería, gestión realizada por la Coordinación de Atención al Derechohabiente y la Administración de la clínica.


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