ROBERTO YÁÑEZ/EL UNIVERSAL
CIUDAD DE MÉXICO.- Seguro lo has escuchado: los radicales libres son los agentes que aceleran el proceso de envejecimiento en tu cuerpo.
Al aumentar la esperanza de vida a nivel mundial, es justo que pienses en cuidarte más, para no pasar tus años dorados en condiciones adversas y entre visitas continuas a médicos especialistas. Y esto, claro, es independiente de que a nadie le gusta verse más viejo ante un mundo que todavía no valora la experiencia "marcada" en líneas en la piel.
Aunque no existe la fórmula mágica, sí se puede desacelerar la acción del paso del tiempo sobre nuestro ser. La medicina antienvejecimiento se ha desarrollado tanto que expertos en ese ramo han generado vertientes de investigación con resultados extraordinarios a favor de mantenerse joven.
Uno de ellos, el doctor Nicholas Perricone, reveló que un factor que acelera el envejecimiento es la inflamación crónica, que es resultado de un constante estrés en el organismo que puede desencadenar en que los radicales libres trabajen en contra tuya.
Por otro lado, ¿habías considerado que las condiciones en las que vives y la forma en que duermes habitualmente podría acercarte a una mayor edad biológica?
Mantener un control diario sobre lo que piensas y los tiempos en los que resuelves tu vida es esencial para no perder la mente apagando fuegos. La meditación o mindfulness es de gran ayuda para desacelerar la ansiedad y, a la vez, mantener en control el proceso oxidativo. Protegerte del sol y reducir el tiempo ante la computadora o celular también son factores que debes tomar en cuenta.
De acuerdo con la doctora Elsa García, "escuchar a nuestro cuerpo nos muestra la guía de lo que necesita. En ocasiones, se vive de prisa y no hay tiempo para que el organismo descanse. La no actividad también es esencial para permitir que se recupere el cuerpo y que no se desencadene aún más la oxidación".
Además, al aumentar la edad, disminuye la energía de las células y, por tanto, pierden su capacidad de regenerarse.
La buena noticia es que, con algunos cambios de hábitos, puedes revitalizar la renovación celular y regresarle a tu organismo la capacidad de alcanzar su potencial físico y mental, mantenerlo por más tiempo y hacer que la llegada de la vejez se mire desde la perspectiva de la gente longeva que vive más y mejor, con movilidad, lucidez y felicidad.
A CONTRARRELOJ
Primero, la rapidez en el envejecimiento no depende de tu edad, sino de tu alimentación y hábitos. El secreto es cómo vas a envejecer. La idea de la oxidación se debe a que la química en el cuerpo se altera y produce radicales libres, los culpables de hacernos viejos.
A diario, tu cuerpo libra la batalla contra ellos, pero ¿qué pasa si la producción de radicales sobrepasa a la respuesta del organismo? Aquí entran los antioxidantes y, antes de comprar suplementos, trata de conseguirlos de la fuente natural: en los alimentos.
Los esenciales son los pescados por los ácidos grasos Omega 3 y antirradicales que contienen. Selecciona salmón, atún o sardinas.
Las moras son uno de los mejores alimentos antiedad, además que elevan tus defensas y son deliciosas. El chocolate amargo, el que tiene más de 70 % de cacao, es excelente antioxidante. Una manzana al día te ayuda con la dosis diaria necesaria de vitaminas y acción antiedad. Suma zanahorias a tu dieta, por el betacaroteno que contienen; y bebe té verde, una poderosa herramienta por los polifenoles para revertir la acción oxidante; y, para rejuvenecer las células, integra la ingesta de germinados verdes. Aunque existe una larga lista de alimentos ‘buenos’, son esenciales los mencionados.
Sumar rutinas de ejercicio, de forma constante y moderada, reduce en gran medida la acción de radicales libres y fortalece en buena medida tu sistema inmunológico.
¿Algo nuevo? No, el efecto acumulativo de lo que haces día a día puede ser la diferencia. No te conviertas en una estadística más; sé una persona vital por más tiempo.
¿Edad? No te preocupes; ocúpate, sale más barato que llegar a un hospital.
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Indicadores:
- Envejecimiento prematuro.
- Problemas de memoria.
- Cambios físicos.
- Problemas cardiovasculares.