Quibdó. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) rindieron este jueves homenaje a los habitantes del municipio de Bojayá, en el departamento colombiano de Chocó, al noroeste, en donde hace 14 años perpetraron un ataque que dejó 79 muertos.
El jefe de la delegación de las FARC en el proceso de paz con el gobierno, Luciano Marín, alias Iván Márquez, entregó a los habitantes de Bojayá un Cristo como ofrenda para rendir el más sentido homenaje, más que merecido, a un pueblo sufrido y emprendedor.
"Tendemos nuestras manos jurando que jamás tuvimos la intención de causar los terribles daños que tanta aflicción han ocasionado, y lo hacemos con la infinita gratitud que nos da la forma como con tanto desprendimiento de comprensión y sin manchas de rencor y odio, nos han recibido para iniciar la nueva senda de paz que nos hemos trazado", dijo Márquez.
Asimismo, el líder guerrillero, quien entregó a sus compatriotas un Cristo negro fabricado por el artista cubano Enrique Angulo, hizo un reconocimiento a las víctimas mortales que dejó el conflicto armado interno por más de 50 años.
"Ellos y ellas deben estar latentes en cada rincón de la memoria; en cada momento y lugar del porvenir deberán estar los recuerdos de sus voces y sonrisas, de sus hazañas y cuentos, porque aunque ya no estén físicamente deben pervivir como fuerza moral y espiritual para avanzar hacia la conquista de las más bellas utopías", señaló.
La matanza, que además dejó más de un centenar de heridos, ocurrió el 2 de mayo de 2002 en un enfrentamiento entre la guerrilla y miembros de las desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que habían iniciado un despliegue por la zona en donde tenían influencia las FARC y no había presencia estatal.
Aunque la Defensoría del Pueblo advirtió sobre el inminente enfrentamiento, las autoridades no adoptaron las medidas necesarias para evitar el choque entre los dos grupos ilegales. Los paramilitares llegaron a Bellavista, zona rural de Bojayá, y se atrincheraron junto a la iglesia del poblado.
Tras varias horas de choque armado, las FARC comenzaron a lanzar cilindros bomba (artefactos artesanales hechos con tanques de gas con metralla en su interior) contra los paramilitares y uno de ellos cayó sobre el templo en donde estaban resguardados decenas de civiles.
El domingo pasado, durante la firma final de paz en Cartagena de Indias, un grupo de madres de Bojayá entonaron un cántico folclórico de la costa del Pacífico sobre la guerra y la paz que hoy fue considerado por el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Zeid Raad Al Hussein, como un paso hacia la verdad, la reparación y la reconciliación de esta comunidad.
Asimismo, Al Hussein destacó que Colombia, a pesar del conflicto, ha hecho algunos progresos destacables en derechos humanos durante los 19 años que la oficina de Naciones Unidas ha estado presente en el país.
Esto quizá no está reflejado en ningún lugar mejor que en el texto del acuerdo de paz final, que contiene 353 referencias a derechos, y un preámbulo que enfatiza que el Acuerdo completo es permeado por los derechos humanos, y con un fuerte enfoque en género.
El próximo domingo, los colombianos saldrán a las urnas a refrendar el acuerdo alcanzado por el Gobierno y las FARC.
Si la mayoría aprueba lo pactado, tal como sugieren los sondeos, los guerrilleros de ese grupo se concentrarán en 27 puntos del país para dejar las armas en un plazo máximo de seis meses y comenzar su transformación a un movimiento político legal.