
Aun cuando la iglesia católica se opusiera al régimen de Fidel Castro, ésta logró erigirse en Cuba como único interlocutor del gobierno de Raúl Castro, fungiendo como mediadora en la liberación de presos políticos y voz de los cambios.
En 1998 la iglesia comenzó a ampliar su espacio con la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, dejando atrás el periodo de enfrentamientos, hasta sentarse en la mesa de negociaciones con Raúl Castro en 2010.
Lo anterior se consolida con la visita del papa Benedicto XVI en 2012 y con la gira que el papa Francisco hiciera en 2015.
Cabe mencionar que en los años 1960, la iglesia demonizó el comunismo, por lo que Fidel expulsó a más de cien sacerdotes y nacionalizó algunas de sus propiedades. Actualmente, el gobierno y la jerarquía católica caminan por la senda del apoyo mutuo.
Fidel Castro cedió el mando a su hermano Raúl en 2006, quien buscó garantizar la unión de la nación cubana teniendo a la iglesia como intermediaria.
Como saludo a las visitas papales en 2012 y 2015, Raúl Castro indultó a 6 mil 500 presos aproximadamente, el mayor número desde la revolución de 1959; la cantidad de absueltos fue 10 veces mayor a la de los liberados por Fidel después de la visita de Juan Pablo II.
Un diálogo que mantuviera el cardenal Jaime Ortega, líder de la iglesia católica en Cuba desde hace treinta años, dio como resultado la excarcelación de varios presos políticos, entre los que se encontraban 52 opositores del grupo comunista de los 75 condenados en 2003, y el cese de hostigamientos contra sus esposas.
El prestigio de la iglesia aumentó cuando se supo que el papa Francisco incentivó que Cuba y Estados Unidos iniciaran un proceso de acercamiento tras cincuenta años de enemistad.
Debido a lo anterior, miles de cubanos recibieron al papa Francisco de manera cálida en 2015.
Fuente: Milenio / Foto: Archivo / JAC
