23 de Noviembre de 2024
 

Los hijos de la Revolución Mexicana / Por Osbaldo Ramírez Vázquez

 

 

Todo lo que sé de la historia política de México se lo debo a la Revolución Mexicana. La división del tiempo histórico es fundamental para las investigaciones históricas, pero muchas veces se estudian épocas para rastrear los problemas que se tienen en nuestro presente. Sostengo que para conocer una época es necesario conocer su filosofía, sus ideas, es decir, el espíritu; porque las ideas que flotan en el aire, van a parar a los rincones más pequeños y moldean los sentimientos de los hombres para que estos se vuelvan instrumentos de ellas.

La Revolución Mexicana es una etapa importante en nuestra historia, de hecho, somos producto de ella, aún se conserva una ideología. En las paredes, cuando inician los procesos electorales puede usted leer la palabra “Revolución” e incluso en los discursos se suele usar para referirse al cambio social que necesita el país. Esto es más complejo de lo que podría el lector esperar en unas breves líneas cuando muchos historiadores de talla escriben libros completos como por ejemplo el historiador Alan Knight y Enrique Krauze. El primero es inglés y el segundo un mexicano que ha sido acusado de servirle al Estado, pero no me voy a ocupar de eso en este momento, ya habrá ocasión para ello, pero me propongo responder una pregunta que muchas veces les planteo a mis alumnos: ¿Qué fue lo más significativo de esa guerra civil que marcó la memoria de los mexicanos? El primero es el Poder y el segundo son los Partidos Políticos. Agradezco a muchos de mis alumnos que saben que Porfirio Díaz fue una figura importante para que el país consiguiera una industrialización al nivel de las potencias europeas y más aún, no depender del capital extranjero de Estados Unidos. Díaz apoyó también el arte y la cultura, por ejemplo el Palacio de Bellas Artes fue una construcción que inició a finales de su mandato. Volviendo a nuestra pregunta, la retórica que se emplea en esa época es emotiva, es decir, se trata de conmover los sentimientos y elevar el cólera de los “oprimidos”. Los hermanos Flores Magón fueron las líneas que iniciaron la crítica a la dictadura de Díaz, pero ¿Acaso los indígenas, los campesinos como obreros sabían leer y más aún, ese periodismo iba dirigido a ellos? Estaba dirigido a los intelectuales de la época. La retórica que se usa en los procesos electorales es con la intención de repudiar a la figura que tiene el poder en ese momento. Francisco I. Madero la usó durante su campaña y le funcionó, pero le quedaba grande el puesto que el mismo Díaz, en tono sarcástico dice: “Madero ha soltado un tigre; veamos si lo puede controlar”, pero no logró conservar el Poder porque Victoriano Huerta hace un golpe de Estado. Ya saben los demás personajes que se levantan en armas como por ejemplo Emiliano Zapata, Francisco Villa, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, por mencionar algunos, pero la figura clave de este proceso es Plutarco Elías Calles quien se percata que llegar al poder se paga muy caro, los corrompe, los idiotiza y se levantan en armas para arrebatarlo. A mí juicio, es un personaje inteligente por proponer la fundación de un partido político conocido como Partido Nacional Revolucionario, es decir, para llegar al poder se tenía que realizar un proceso electoral. Se le conoce como el Maximato, es decir, el Jefe Máximo de la Revolución Mexicana. Este partido evolucionó no sólo en su nombre sino también en su función institucional: El PRI es hijo de la Revolución. Lo interesante de esto es que no es un partido democrático, puede que use ese concepto, pero no fue construido por las masas, es decir, no viene desde abajo, viene desde arriba y bien puede servir está analogía con el partido oficial del Estado en este momento: tampoco fue propuesto y creado desde abajo sino desde arriba por alguien que en algún momento fue miembro del patrimonio electoral.

Desde sus inicios, como bien lo argumenta Lorenzo Meyer, el Nuevo Régimen usará a las masas para asegurar los votos y el populismo también será fundamental para que no piensen en romper sus cadenas. Los mexicanos hasta nuestros días, tienen más necesidad de “apoyo” que de respeto. La Iglesia, la Coca-Cola y el PRI hasta en los rincones más pequeños de la sierra se encontraban, siempre usando el lema de que la Revolución no ha concluido y que hay traidores que no ponen en práctica los verdaderos ideales.

Toda esa chusma hoy en día sigue buscando como acarrear gente, sobornando con apoyos y desgraciadamente solo se busca al nopal cuando tiene tunas.

¿Cuántos registros de Partidos Políticos han surgido en la historia reciente de México? ¿Cuántos hombres han sido asesinados en estos procesos electorales? ¿Cuántas veces se ha prometido el cambio, la transformación y el bienestar para todos? Basta con conocer la vida de los hombres que quieren llegar al poder y así sabríamos a qué nos enfrentamos. La Iglesia, durante la Revolución Mexicana, también tuvo un papel importante en este proceso. Mi amigo historiador Francisco Javier Espinoza Lara conoce muy bien este proceso, pero la famosa “Guerra Cristera” fue promovida por sacerdotes convenciendo a campesinos y fanáticos a morir por Cristo: “Viva Cristo rey”. La triada (Iglesia, Milicia y Política) se conectaron en este proceso que hasta nuestros días siguen apretando y aflojando los lazos sociales. La jerga lingüística que se está usando en nuestro presente es que se está transformando el país, pero ¿Cómo pretende lograrse en un sexenio si la “Dictadura Perfecta” cuando creó sus instituciones en casi 80 años siguen coleando y es muy obvio ver al vicio vestido de virtud? Hay que tomar lecciones de Historia no desde los héroes sino desde los sentimientos de esos personajes que se quieren postular para transformar al país. Algunos son más cobardes porque solo llegan, hacen el alboroto y se van como si su conciencia estuviera tranquila después de que muchas personas dependen de sus decisiones. Nuestro presente necesita más sabiduría que conocimiento para que la Historia Política de México no se repita en la misma tragicomedia de la que muchas veces el mexicano se orilla al escepticismo de que no sirve para nada la política, el voto así como la democracia, aunque la última también ha sido mal interpretada porque un Estado no se puede declarar democrático cuando ha atacado a sus ciudadanos, ya saben lo que ocurrió en el 68 y con la desaparición de los 43 normalistas y mucho menos de un Estado que solo da misas civiles por las mañanas suponiendo que todo se puede solucionar con abrazos y no balazos.



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