POLIANTEA
Lo indeseable
Rubén Pabello Rojas
Hay cosas que nadie, nadie, desea que sucedan. Salvo los desadaptados autores de conductas antisociales que, a pesar de que las consecuencias puedan eventualmente alcanzarlos, ejecutan a sabiendas de que sus acciones vulneran todo orden, ético, moral o legal. Son la excepción pero a la vez, la causa de las naturales reacciones de defensa de la ciudadanía por estos entes agredida.
La sociedad en general descalifica, desprecia y condena las actividades que la vulneran y ponen en situación de inseguridad. Este es el sector de la comunidad nacional donde nadie desea que sucedan acontecimientos de orden criminal que la atemorizan y alteran.
Un número reducido de esa misma población, se manifiesta quebrantando la ley y lastimando ese delicado tejido social integrado por el resto que la sufre y padece consecuencias injustas e indeseables.
No es la primara vez que en condiciones no suficientemente aclaradas, desaparece un miembro de la actividad de la comunicación, un reportero. Esta ocasión un periodista del sur de Veracruz, de Coatzacoalcos que en forma violenta fue sacado de su domicilio sin que hasta este momento se sepa, ni su paradero ni las causas que motivaron tan inaceptable hecho, sea cual sea su origen, no tiene la menor justificación.
Veracruz vive un periodo creativo, de convocatoria al desempeño constructivo de sus ciudadanos. Sin embargo existen algunas aéreas que actúan fuera de la ley ocasionando severas distorsiones al sano desarrollo de la comunidad veracruzana.
La desaparición de Gregorio Jiménez de la Cruz, se suma a otros casos similares y otros también de suma gravedad ocurridos en el territorio de la entidad. Inmediatamente se movieron las estructuras de gobierno que tienen directa injerencia y responsabilidad en estos casos, trasladándose al lugar donde se dan los hechos presuntamente delictivos.
El secretario de Gobierno, Erik Lagos, encabezó la ingrata tarea de iniciar las acciones de respuesta del estado para establecer los hechos de este lamentable caso. El procurador de Justicia, Amadeo Flores, la coordinadora de Comunicación Social del gobierno del Estado, Gina Domínguez, y hasta Numiko Matsumoto, cuyo desempeño siempre criticado deja mucho que desear, afrontaron la dura prueba de dar la cara a familiares y compañeros de trabajo del, hasta ahora, desaparecido.
Tarea ingrata, ingratísima, matizada por la actitud de un sector lastimado que, obviamente no acepta más hechos que los precisos que lleven a encontrar al desaparecido, exigidos con firmeza, dolor y sin aceptar ni justificaciones ni dilaciones en la solución, dándole un toque dramático a la reunión que para el efecto de escuchar a familia y gremio afectado se efectuó en Coatzacoalcos.
Difícil lance de los funcionarios que, con caras largas, compungidos, presionados y cuestionados, emitían toda serie de explicaciones y promesas para reactivar todos los protocolos a disposición con el fin de dar con el paradero del desaparecido. Momentos difíciles, dificilísimos para convencer a los reclamantes de estar haciendo lo conducente.
De tal gravedad es el problema que el propio gobernador Javier Duarte, ha tenido que intervenir personalmente recibiendo a afectados parientes, amigos y compañeros de trabajo de Gregorio en su despacho de Palacio de Gobierno. La presión no solamente es local y estatal sino que ha traspuesto las fronteras llegando a medios nacionales.
Este caso, de nuevo, remite a que si bien la fuerza institucional del gobierno ha trabajado, para controlar este tipo de conductas antisociales, es tan aleatorio e impredecible saber de antemano cuándo y por qué causas se dan estas conductas que atentan contra la seguridad de las personas y crean episodios de sicosis colectiva a todas luces indeseables.
Como medida forzada, frente a una presión resultante de un agravio en carne propia, se destinan compulsivamente, para el seguimiento del lamentable asunto, a mil policías. No se sabe que hacían antes para prevenir estos casos delictivos. Una vez destinados a esta investigación, la pregunta es: ¿Los trabajos que hasta este momento están realizando, quién los continuará atendiendo? Qué casos quedan entonces pendientes. Querer tapar un hoyo abriendo otro agujero.
No es fácil cuando la sociedad se encuentra a merced de fuerzas negativas que en algún momento actúan en forma antijurídica. El problema es más profundo de lo que se advierte en la dañada epidermis del tejido social. La parte medular es dónde está el verdadero origen, la causa del quebranto.
Mientras la población no tenga posibilidades de encontrar y mantener un trabajo en el gran mercado laboral a que pertenece; mientras los niños en edad escolar sufran calendarios lectivos incompletos y muchas veces deficientes; mientras las áreas de atención hospitalaria padezcan limitaciones presupuestales y en algunos casos negocios no explicables en las compras de equipos y medicinas; mientras la burocracia aproveche para su beneficio la función, mayor o menor, en direcciones o la simple ventanilla; mientras no se persiga y castigue el delito y quede impune; mientras subsista la falta de vivienda digna, alimentación sana; mientras crezca la pobreza; mientras no se acabe con la inseguridad y aun hay más, mucho más.
Mientras no se ataque a fondo el deterioro que causan estos flagelos, sin retóricos discursos ni simulación, estas calamidades, indeseables castigos sociales, no habrá remedio eficaz para remontar todo el muestrario de llagas que sufre el ciudadano.
El sector primario se ha descuidado, se encuentra abandonado. Sin ser seguidores de las teorías de los Fisiócratas ni de David Ricardo, ahí es donde nace y se genera la “Riqueza de las Naciones” que después seguirá agregando valor a la economía. México se ha convertido en un país maquilador y consumidor. Mientras esas grandes fallas estructurales no logren superarse, las distorsiones criminales harán su nefasta tarea, más si a ello se opone una tibia actitud solamente reactiva y no proactiva del gobierno. Es de lógica elemental, no es necesario tener posgrados académicos para saberlo. Es del más simple sentido común, acéptese o no.