26 de Noviembre de 2024
 

Épocas de cambio

            Una persona discapacitada ve la vida de diferente manera, muy distinta a la forma en que la ve el resto del mundo, y yo me pregunto si es necesario llegar a extremos dispares para procurar una digna existencia. Una persona discapacitada valora todos aquellos recursos con los que no cuenta y necesita, y yo me pregunto si es posible suplirlos o adquirirlos para mejorar nuestra calidad de vida. Una persona discapacitada no es diferente a las demás, y yo me pregunto por qué tanta indiferencia, por qué tanta intolerancia, por qué tanta discriminación, por qué tantos programas de gobierno cuyos beneficios no llegan a quienes verdaderamente lo necesitan.

 

            Infinidad de asociaciones en todo el mundo tienen algo que ver con apoyos a las personas con discapacidad, pero no todas han logrado la consecución total de sus metas. Existen muchos obstáculos. Los gobiernos apenas pueden satisfacer las necesidades de la población en general de su jurisdicción, a pesar de que la iniciativa privada en todos los países del mundo coadyuva en mucho con estas acciones pero no son suficientes. Hace falta un arduo y verdadero trabajo (no político), en pos de la satisfacción, si no plena, al menos de una gran parte de las necesidades de la población con capacidades diferentes. ¿O acaso es necesario retroceder a la época de los romanos del mundo antiguo, en que los niños que nacían con alguna deficiencia o discapacidad eran sacrificados? En México, recientemente en las campañas políticas desde hace algunos años, se han incluido mensajes y reuniones con este sector de la población para escuchar sus necesidades pero nada más. En tiempos electorales los candidatos “regalan” millares de sillas de ruedas a personas con alguna discapacidad, no sin faltar sus respectivas fotografías en los periódicos en el momento de su entrega, pero eso no es todo. ¿Dónde queda la asistencia social?; con esto me refiero a los medicamentos de control y materiales de curación, prótesis y otros recursos que se hacen necesarios en forma periódica, no cada tres o seis años. Estos sectores tan vulnerables de la población se han convertido en carne de cañón, simples marionetas; gente demasiado ocupada con sus propios problemas de salud y abrumadas por su precaria situación económica, que en estas épocas las ilusionan aquellos personajes de la política, y que incluso trasladan en los vehículos que están a su disposición para llevarlos a escuchar sus “brillantes ideas” que les proponen para mejorar su existencia a cambio de un miserable voto. Los esfuerzos internacionales para combatir la discriminación han sido casi inexistentes hasta la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas (ONU) en 1945. Uno de los objetivos de este documento era fomentar “el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los individuos sin distinción de raza, sexo, idioma o religión”. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, contiene una amplia afirmación de los derechos humanos, aunque carece de efecto vinculante sobre los Estados miembros. Las personas con discapacidad merecen todo el respeto, apoyo y atención de una sociedad cada vez más indiferente, más intolerante y discriminatoria; merecen todo el derecho a no ser engañados ni utilizados, a no ser sujetas de falsas promesas electorales. En México, como en muchos otros países, existe una amplia legislación contra la discriminación; en materia de igualdad, de oportunidades de empleo, vivienda, bienes y servicios, y de personas con capacidades diferentes, que deben observarse muy de cerca, sobre todo esta última, para mejorar de manera paulatina y sin tregua a este sector poblacional tan vulnerable.

            Por lo que se refiere a nuestra parte, en estas épocas de solidaridad, tal vez también deberíamos pensar en apoyar, si está dentro de nuestras posibilidades, a organizaciones de esta naturaleza. Teletón es una orquestación anual, manipulada o no, tendenciosa o no, para captar recursos nacionales y destinar estos a sectores específicos de la población nacional y no dudo que cada centro haga una labor altruista, justa, social y humanitaria, independientemente de cómo se valga para obtener esos recursos; pero en nuestra localidad también tenemos asociaciones de apoyo benefactor a este sector que deberían estar primero, como el Centro de Rehabilitación Infantil y Juvenil Martinense, A. C., el cual estará cumpliendo este año su doceavo aniversario. Un grupo entusiasta de niños y jóvenes con capacidades diferentes se lo agradecerá enormemente. Redondee mejor con ellos. Para cualquier aportación o información, puede dirigirse directamente a sus instalaciones ubicadas en su conocido domicilio de la calle I. López Rayón #101, entre las avenidas Pedro Belli y Maximino Ávila Camacho. Piénselo ya y no desaproveche la maravillosa oportunidad de servir a los demás. Que tenga un buen día.

 

Luis Humberto



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