Piedra imán
Manuel Zepeda Ramos
Famélica
Democracia. El camino fue largo, difícil, pero sobre todo, poco creíble.
El Premio Nobel nos calificó como la dictadura perfecta.
Tuvo que transcurrir mucho tiempo para que eso que sucedía en el mundo como enfermedad del siglo XX y que deseábamos se empezara a semblantear en nuestro país, aquí en México no sucedía nada de nada porque las alternativas necesarias no se aparecían como para pensar que había ya una verdadera lucha, categórica, por la alternancia en el poder.
Fidel Castro dijo alguna vez al respecto de la Revolución Mexicana, que si Francisco Villa o Emiliano Zapata hubieran tenido una formación ideológica como algunos de sus asesores, el país que arrojó un millón de muertos en la búsqueda de su autodeterminación, se hubiera hecho socialista.
Si leemos los periódicos veracruzanos de los años veinte, o lo que existe en textos trabajados con esa información por los académicos estudiosos de los movimientos sociales de la época, vemos que había en Xalapa un gran movimiento comunista encabezado por Miguel Ángel Velasco, el famoso Ratón que alguna vez le ganó las elecciones de la Central de los trabajadores al mismísimo Fidel Velázquez.
Pero también encontramos estudios interesantes sobre la historia del Partido Comunista en nuestro país y vemos que está lleno de persecuciones, de militantes muertos que ofrecieron su vida en una lucha sorda que no tenía destino ni beneficio, que provocaba distensiones cotidianas que debilitaban la conciencia y la militancia hasta destruirla, evitando su desarrollo hacia la búsqueda del poder.
Primero el PNR que aglutinó a cientos -más de cuatrocientos-, partidos existentes en la Convención de Aguascalientes, luego el PRM para desembocar al poco tiempo en el PRI con Rodolfo Sánchez Taboada en la cabeza inicial, cuando el Partido Revolucionario Institucional inicia su despegue de setenta años en el ejercicio del poder, época en la que se construyó este país que hoy camina por senderos democráticos.
La decisión tomada por don Jesús Reyes Heroles, veracruzano lúcido que fue capaz de proponer una reforma política que permitiera darle voz a las fuerzas políticas minoritarias que no podían crecer porque los partidos fuertes de la época les impedían obtener votos por el atropellamiento que generaban sus mayorías, llevó a la nueva vida surgida en busca de la democracia, el crecimiento de los nuevos partidos de izquierda y de derecha quienes, poco a poco, fueron ganando adeptos iniciándose así su consolidación y desarrollo en la vida democrática nacional.
El arranque de la democracia definitiva fue en el año dos mil, cuando el partido en el poder pierde las elecciones nacionales a la presidencia de la República y el pueblo, ya maduro, las acata como gran muestra del inicio de la consolidación democrática en México.
Han pasado catorce años de aquel momento, inolvidable, cuando el presidente en turno sale a los medios de comunicación para reconocer ante la nación el triunfo electoral de la oposición, cinco horas después de haberse cerrado las urnas.
El resto ya lo conocen, porque las elecciones del dos mil seis y dos mil doce las hemos vivido intensamente con el concurso de organismos democráticos electorales adecuados que fortalecen nuestra vida de instituciones.
El PRI supo reponerse, caminar lo desandado y aprender de sus errores. Por eso accedió otra vez al Poder Ejecutivo. Lo ha hecho con tanta gana y decisión que ha logrado propuestas fundamentales en el Congreso de la Unión que no se hacían desde el constituyente de Querétaro.
Contrario a este entusiasmo priista que contrasta, los otros partidos ahora de oposición, de izquierda y de derecha, se han visto disminuidos en más de un sentido. La prensa española los critica fuertemente y enseña sus carencias. Las campañas en la búsqueda de la presidencia del partido de derecha son elementales y francamente mediocres. El partido de izquierda enseña sus debilidades a través de sus rivalidades irreconciliables. La caballada está flaca.
Los analistas ya empiezan a pronosticar un triunfo apabullante del partido en el poder para el 2015, al grado de pronosticar mayoría absoluta y el triunfo presidencial para el 2018.
Es la democracia.