Piedra Imán
Manuel Zepeda Ramos
Más de la escuelita
Entendible. La memoria secular es difícil de extirpar. Y mucho menos olvidar al tlacuache Garizurieta, que se volvió axiomático durante muchas décadas y parece que tuviera ganas de reeditarse en este mundo cambiante, el de arriba no lo quiera. La fuerza burocrática y sindical, era la fuerza del mandatario, junto a la máxima que de ninguna manera es mínima: ¿A quién le dan pan que llore?
Pero esas máximas se quedaron en la dictadura perfecta y dieron resultados en su momento.
Ahora, entendámoslo bien, son tiempos nuevos, aunque cueste trabajo digerirlo.
Pero también, si no nos actualizamos, habremos de quedar como un país bananero que cualquier vecino, por pequeño que sea, habrá de darnos órdenes para hacer tareas mecanizadas, descerebradas, que son las que habrían de tocarnos si no nos calificamos.
Ese es el gran esfuerzo de la actual administración del Estado mexicano.
El Ejecutivo propuso y el Legislativo dispuso, creámoslo, para fortuna de México. Democracia pura, para bien de las futuras generaciones si arreglamos la escuelita.
Habrán de venir los ajustes, naturales y necesarios, con las reglamentarias.
El gran parto, sólo comparable a la Constitución de 1917, se vuelve a dar hoy en nuestro país.
Qué bueno y que difícil.
¿Creen ustedes que las autoridades hacendarias no están preocupadas con lo que pudiera pasar si las reglamentarias no palian la decisión tomada? No han de dormir. Lo van a resolver, para bien de todos. Nos acostumbramos a lavar dinero de manera cotidiana, volviéndonos cínicos. Pero también nos acostumbramos a carecer de atención a la salud, maestros faltistas e ignorantes, a tener calles y vialidades en mal estado, a transitar por carreteras peligrosas, volviéndonos desconfiados con el uso de nuestros impuestos. Eso tampoco lo podemos permitir. Aportaremos lo que no pagábamos, a cambio de servicios acordes al gran esfuerzo ciudadano y de gobierno. Pero eso no es de la noche a la mañana. Habrán de pasar 15 años para empezarlo a ver, interregno que debe ser muy bien cuidado.
Allí es donde debemos caminar de la mano. Que se vea el Estado funcionando. Se puede.
Lo que no se puede, sobre todo después de conocer las cifras inegiésticas -del INEGI-, es seguir con la farsa educativa de las plazas manoseadas. Aquí si hay que actuar de inmediato.
Alguien que conoce me dice que las plazas dobles se deben a que es la manera de crecer en el escalafón, para premiar al maestro entregado, calificado y que ama su responsabilidad.
Yo digo que está muy bien que premiemos al maestro que México necesita, pero no por esa vía, que se presta a malas interpretaciones. Revisemos el sistema para mejorarlo.
Este año ya deben premiarse, el 15 de mayo, con toda la fuerza de la comunicación actual, a los mejores maestros de México. En los medios electrónicos e impresos deberán aparecer sus biografías con correspondientes fotos y entrevistas con todos los profesionales que ellos formaron para que hoy sean hombres responsables al servicio de la Nación. Esto hay que hacerlo ya. El pueblo de México lo aplaudiría.
México debe enseñar que si hay maestros dignos de sus hijos. Son de carne y hueso.
Pero también debe de actuar con mano firme para poner orden en las quincenas magisteriales.
Los beneficiados por décadas con “becas” seguramente inmerecidas producto de la relación sindical enferma o la corrupción de autoridades que disponían del erario como si fuera de su propiedad, debe de acabar cuanto antes.
El Sindicato de la Educación y las autoridades educativas deben de dar señales inmediatas al respecto y darlas a conocer. Es muy importante. Las plazas vacantes, que habrán de ser miles, deberán de convocarse lo más pronto posible para dar señales que interesen a los padres de familia que viven angustiados por la pérdida cotidiana del tiempo.
La Nación no debe de abandonar a la inteligencia del futuro en México, quienes habrán de enfrentar el despegue ya planteado con las leyes necesarias, haciendo acopio de conocimiento y educación para enfrentarse al mundo.
Los ciudadanos que queremos a México y nos preocupa, estamos esperando señales claras para quemar los cohetes necesarios. Queremos celebrar.
México es muy grande.