Sin tacto
Por Sergio González Levet
Francisco Hernández, poeta
En una acción que honra al pueblo y a su autoridad, hoy a las 8:00 de la noche San Andrés Tuxtla celebrará a su más grande literato vivo, el vate Francisco Hernández (quien ha publicado y es reconocido también con el seudónimo de Mardonio Sinta), en un merecido homenaje que lo hace profeta y poeta en su tierra.
A esa hora en el Parque Lerdo, ese magnífico presidente municipal que es Manuel Rosendo Pelayo y la población en pleno se arremolinarán en el gusto para cantarle loas a Francisco —o Mardonio— que ha sido su mejor cantor.
Nacido en 1946, en plena mitad de los años 60 el veinteañero Francisco Hernández se fue a México para estudiar publicidad, a lo que se ha dedicado digamos de lleno, mientras ocupaba sus ratos libres en conocer, ensayar, sublimar su estro poético. Tal vez ahora, a la luz de tantos premios nacionales que ha ganado, debíamos decir que dedicó su vida a la poesía y en sus ratos libres ha sido publicista.
Y de premios hablamos: Francisco Hernández los ha ganado prácticamente todos en México: El Nacional de Poesía Aguascalientes en 1982, el Carlos Pellicer en 1993, el Xavier Villaurrutia en 1994, el Jaime Sabines en 2005, el Ramón López Velarde en 2008, el Mazatlán de Literatura en 2010, y el Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura de la SEP en 2012.
Seguro Francisco en su natal San Andrés ganó algún premio en la primaria o la secundaria, y hoy se lo recordarán sus paisanos cuando acudan en tropel a agradecerle la grandeza de su talento, y las horas y desvelos acumulados para ir formando esa obra monumental que lo convierte en uno de los poetas mayores de México y, con el tuxpeño José Luis Rivas y el acayuquense Orlando Guillén, en uno de los tres grandes creadores veracruzanos vivos.
Va una muestra de por qué el justo homenaje al poeta:
Quitar la carne, toda,
hasta que el verso quede
con la sonora oscuridad del hueso.
Y al hueso desbastarlo, pulirlo, aguzarlo
hasta que se convierta en aguja tan fina,
que atraviese la lengua sin dolencia
aunque la sangre obstruya la garganta.
Hecho de memoria
Para Jorge Esquinca
El poeta no duerme:
viaja por la cuerda del tiempo.
El poeta está hecho de memoria:
por eso lo deshace el olvido.
El poeta no descansa:
el tiempo lo desgasta
para probar que existe.
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