Piedra Imán
Manuel Zepeda Ramos
Nos quemamos
Estratósfera. El asunto de los viajes interplanetarios se vuelve cada día asunto de lo cotidiano. Las series de televisión, muy bien producidas, tratan de esos temas con una gran habilidad e imaginación. Acabo de ver una película en la tele con Mat Damon que se desarrolla a finales del siglo XXI en donde los ricos y poderosos de la Tierra construyeron una gran fortaleza espacial en donde viven con todas las comodidades mientras los jodidos que no tienen más oportunidades que seguir jodidos se quedan a vivir en el tercer planeta del Sistema Solar en el que todavía vivimos. Es, de alguna manera, lo que les pasa a los ricos de Tijuana que viven en San Diego en grandes mansiones, frente a las playas maravillosas para no padecer las vicisitudes cotidianas y alguna vez peligrosas de TJ.
Digo en el que todavía vivimos porque el cambio climático habrá de poner en este siglo XXI varios calambres al animal racional si no cuida desde ahora a su Planeta. Los huracanes que cada día pegan con más fuerza —ahora mismo sufrimos uno en el Océano Pacífico, el que, no obstante encontrarse a varios cientos de kilómetros de los litorales nacionales, varios estados sufren ya sus efectos con lluvias torrenciales que afectan a la población civil y a las cosechas-—, habrán de ser dentro de poco parte de la vida cotidiana. Nada más de pensar que los osos polares, tremendos nadadores de grandes distancias en el Polo Norte, habrán de sucumbir en el océano dado que el hielo derretido no podrá ya formar los espacios congelados que ese gran depredador necesita para poder descansar y continuar con su travesía en busca de comida.
Pero si creían que el cambio climático era el tema de enorme preocupación para el bienestar de las generaciones venideras, se equivocan.
Científicos rusos han descubierto que la Tierra está amenazada por el calentamiento del Sol, debido a su intensa actividad que habrá de provocar, algún día, la desaparición de formas de vida sobre nuestro Planeta; esto es, se habrán de desintegrar. Se habrán de chamuscar.
La no tan mala noticia radica en que este problemón no va a ser inmediato y ni siquiera mediato. Se habla de millones de años pero que, desde ahora, si no queremos que la raza humana desaparezca de la faz de la Vía Láctea, sea motivo de gran preocupación. Y para eso el hombre habrá de aplicarse en los próximos —quien sabe cuántos— años.
Por lo pronto, desde ahora ya hay controversia.
Los rusos, descubridores de este gran problema solar, solo han investigado vivir en la Luna. Los estadunidenses dicen que es imposible vivir ahí por la falta de agua. Pero la inteligencia humana habrá de encontrar pronto cómo producirla.
Los americanos se han dedicado, con todo y sonda, a estudiar a Marte. Se sospecha, aunque no lo hayan dicho abiertamente, que sí existe el vital líquido en el cuarto planeta de nuestro Sistema Solar.
Ahí están los retos.
El más cercano, que es el Cambio Climático, motivado por la irresponsabilidad e inconciencia humana que todavía tendría solución si los grandes países desarrollados se pusieran a trabajar para evitar ese flagelo producto de la inconciencia que no ve más allá, hacia lo que significa la vida.
El todavía lejano, la desaparición de la Tierra por el gran calor del Sol. Este es más grave porque significa mudarnos de planeta o de Galaxia, si no queremos morir quemados.
Son reflexiones que se hacen ante retos inconmensurables.
Y hoy no hablamos de alienígenas, que habrá de ser otro gran problema.
¿Cómo la ven?