El lunes 26, fueron 12 los exempleados del Ayuntamiento de Tlapacoyan que bloquearon la calle de Enríquez y desquiciaron el tráfico de toda la ciudad durante toda la mañana y parte de la tarde
El martes 27, la cifra se dobló, y llegaron al centro 24 personas de la agrupación Cinco Ejes, que venían de unos cuantos municipios. Tomaron nuestra calle principal y volvieron a desquiciar el tráfico capitalino.
El miércoles 28, ayer, nuevamente al doble, exactamente 48 integrantes del Congreso de Asociaciones Civiles se instalaron frente a Palacio de Gobierno y estuvieron interrumpiendo intermitentemente el paso en Enríquez, con lo que desquiciaron nuevamente el tráfico de la ciudad.
Humm: el lunes 12, el martes 24, el miércoles 48… si se mantiene la tendencia, hoy deberían haber tomado la calle 96 quejosos y dentro de 30 días tendría que haber una manifestación de 3 mil 321 millones 225 mil 472 de ciudadanos, que a ver de dónde los sacan, porque representan la mitad de la población mundial.
Y da esa cifra astronómica porque el hecho de ir doblando sucesivamente una cantidad nos lleva a esos números increíbles. Recuerden la algorítmica lectora y el aritmético lector la famosa leyenda del inventor del ajedrez, un modesto brahmán que llegó al palacio y ofreció como regalo su juego:
Dicen que fue en la India, hace muchos, muchos, muchos siglos. El sultán que recibió el regalo quedó tan bien impresionado con el juego-ciencia, que le ofreció a su autor lo que quisiera como recompensa.
De manera modesta, el inventor sólo le pidió al monarca que le diera un grano de trigo por el primer cuadro del tablero, y que fuera doblando y sumando la cantidad en cada uno de los otros 63 cuadrados: dos granos por el segundo cuadrito, cuatro por el tercero, y así sucesivamente.
Se le hizo tan sencilla la petición al sultán, que ordenó que de inmediato se le pagara al creador del ajedrez.
Para no hacerla larga, por el último cuadro se debían haber dado al brahmán 276 mil 600 millones de toneladas, que es, gramos más granos menos, lo que se cosecharía en todo el mundo los próximos 453 años, si se mantuviera el ritmo de producción actual.
Y eso sólo por el último cuadrito. Si sumamos todos, el sultán tendría que haber acopiado 907 cosechas mundiales actuales para pagar por el invento.
Algo así tendríamos que pedirle a nuestros salvadores del pueblo, para que cada día tengan que llevar un número doble de sus embaucados seguidores, hasta que fuera necesaria la presencia de toda la población mundial para poder cerrar Enríquez, con lo que nuestras calles, nuestro tiempo y nuestra paciencia volverían a ser nuestros.
Y es que, números pequeños y números inmensos aparte, en verdad que da coraje que una ciudad permanezca tomada por los intereses de unos cuantos, que buscan un beneficio económico o que le intentan frenar el camino a los actuales responsables de la tranquilidad citadina.
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Twitter: @sglevet
facebook.com/sglevet