Con la llegada a nuestras vidas de las computadoras, de los teléfonos celulares, de las tabletas, tenemos que ir adecuando muchas cotidianidades, al grado tal que ya se está sintiendo en el imaginario colectivo la necesidad de hacer un Manual de Carreño, aunque Informático.
Pero me voy un poco a la historia:
Don Manuel Antonio Carreño Muñoz nació en la capital de Venezuela en 1812. Fue músico, político, pedagogo y diplomático. Murió en París el 4 de septiembre de 1874.
En 1853 publicó en su país el Manual de urbanidad y buenas costumbres, que pasaría a la historia como el famoso, multicitado y casi no leído Manual de Carreño, y que es un referente obligado para cualquier duda o aclaración con respecto al comportamiento social, entendido lo “social” en el sentido de las relaciones cotidianas entre los seres humanos.
Así, durante siglo y medio se ha invocado a don Manuel y su Manual cuando alguien pregunta o se pregunta sobre cosas tan importantes y cruciales para el desarrollo de la raza humana como el uso correcto de los cubiertos en la mesa, o sobre cómo se debe saludar a una dama en cada distinta situación.
El famoso Manual hecho en el siglo XIX trata cosas profundas. Si me permiten, me doy una zambullida en su dúctil prosa y me encuentro cosas francamente fascinantes.
Vea usted cómo recomienda moverse en el mundo:
“Recuerden que los movimientos del cuerpo deben ser naturales y propios de la edad, del sexo y de las demás circunstancias de cada persona. Gravedad en el anciano, en el sacerdote, en el magistrado; suavidad y decoro en la señora; modestia y gentileza en la señorita; moderación y gallardía en el joven; afectación en nadie”.
Y resultará miel para los oídos de las feministas lo siguiente:
“Los caballeros deben poner un especial esmero en atender y servir a las señoras y en hacerles agradables todos los momentos que pasen en su compañía; adhiriéndose de muy buena voluntad a todos sus deseos, sus gustos y aun sus caprichos, aunque hayan de privarse de entretenimientos que tengan para ellos un particular atractivo.”
El Manual de Carreño explora las situaciones en que se puede encontrar un caballero o una dama al participar en reuniones de sociedad, aunque obviamente son de la sociedad de hace 150 años. En ellas no había luz eléctrica, ni teléfonos, ni aire acondicionado:
“Siempre que nos veamos en la forzosa necesidad de toser, estornudar, eructar, o sonarnos, pensemos que estos actos son infinitamente más desagradables en la mesa que en ninguna otra situación, y al mismo tiempo que procuremos ejecutarlos de la manera más disimulada y que menos llame la atención de los demás, volvámonos siempre a un lado, para que jamás nos queden de frente las viandas en tales momentos”.
¡Las viandas! ¿Qué tal?
Don Manuel nos regaló una delicia que ha perdurado a lo largo de la historia, y ahora debe surgir un moderno Carreño que…
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