Sigo con el tema interminable de la desastrosa vialidad de Xalapa y sus consecuencias. Por esta ocasión, reviso algunos temas e ideas o propuestas, con la optimista intención de que se interese alguno de quienes tienen voz y voto en este asunto.
1. Todos tenemos un proyecto.
Eso quiere decir que cada uno de los conductores y cada uno de los pasajeros tiene la intención de llegar a alguna parte en un tiempo determinado (salir de paseo es un ejercicio ya imposible en nuestra ciudad).
Eso quiere decir que en las calles de Xalapa todos los días confluyen cientos de miles de intenciones diferentes. Tal cosa significa que, además de los vehículos, se encuentran y se oponen en las esquinas y los arroyos apuros, necesidades, gustos, soberbias y enojos en una cantidad impresionante. De ahí tantos pleitos y gritos y groserías que vuelan de coche a coche.
Si lográramos entender que el otro también lleva prisa -su prisa- y tiene que resolver su vida y sus problemas, tal vez sentiríamos a cada uno en la calle como compañeros de congojas.
Al vernos a los ojos, al comunicarnos, al entendernos, quiero creer que bajaría la tensión creciente, el estrés ambiental, la furia contra el otro.
Y seguramente todo fluiría mejor, hasta el tráfico.
2. Uno por uno universal.
Está plenamente demostrado que quienes vivimos en Xalapa podemos ser capaces de respetar el uno por uno (1x1). Hay lugares precisos en donde ha sido todo un éxito, como el retorno para entrar al centro comercial de Las Ánimas.
¿Por qué no hacer universal esta medida? Que en todos los cruceros y en todas las situaciones posibles pase primero uno y luego el otro resulta una ocasión inmejorable para ejercer nuestra urbanidad, nuestra capacidad de convivir civilizadamente.
¡Y mejora ostensiblemente la vialidad! Obvio, porque al dejar pasar al otro estamos permitiendo que las demás vías fluyan y que no haya taponamientos mayores. Avanzar poco a poco es mucho mejor que quedarse varado a la espera de que alguien en el otro lado se apiade y se detenga para que pasemos.
3. Ceda el paso.
Voy en una avenida amplia. Delante de mí, a la derecha, un vehículo pone la direccional izquierda porque pretende entrar a mi carril, seguramente para dar una vuelta más adelante. Si yo le cedo el paso de inmediato, estoy contribuyendo a la fluidez, porque lo contrario -que es lo más usual- hace que el vehículo reduzca su velocidad e impida la circulación de quienes van detrás de él.
Hay conductores que consideran una afrenta que alguien se adelante a ellos o que ingrese en su carril. Con ello, sólo logran calentar más el furibundo ambiente.
Toca a la autoridad hacer programas de difusión, con el fin de que los ciudadanos se convenzan de que lo mejor es tener una actitud más activa en la solución del problema de la vialidad (y en realidad de cualquier problema común).
He ahí una solución avizorada.
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