Si algo quedó como consecuencia de la Copa Mundial que después de 64 años del Maracanazo se decidió a organizar Brasil fue la desilusión. Y desilusión no solamente para los brasileros, que consideran el juego de las patadas (El Juego del Hombre, le decía Angel José Fernández) no únicamente como un deporte en el que tienen la primacía mundial SYMBOL 8211 \f "SunDisplay-Italic" \s 12al menos en lo histórico SYMBOL 8211 \f "SunDisplay-Italic" \s 12 sino como una religión, y como el elemento fundamental de la movilidad social, que le da esperanza de una mejor vida a los famélicos muchachos crecidos en las favelas.
Desilusión también para muchos participantes y para los seguidores de sus equipos.
Por ejemplos, tenemos las ilusiones perdidas de los fanáticos mexicanos, que vieron a su selección a cuatro minutos (más lo que agregara el árbitro) del ansiado quinto juego en un Mundial celebrado fuera de nuestro país.
Obvio y seguro: No era penal, pero aunque no fuera, contó para los efectos oficiales de la FIFA y Holanda pasó a la siguiente ronda con su jugador Robben a punto de ser considerado el mejor de esta Copa y el ganador absoluto del Óscar por sus clavadas actuaciones, que le consiguieron otro penal fantasma contra Brasil en el juego por el tercer lugar.
Desilusión económica para Televisa y las otras televisoras y radiodifusoras mexicanas, porque dejaron de ganar la abultada bolsa que ya tenían contratada. Pérdida igual para restauranteros y dueños de cantinas.
Desilusión también para los costarricenses, que estuvieron a un tris de pasar a semifinales, como lo merecían , y también fueron víctimas de las chapucerías holandesas.
Desilusionados asimismo Shakira y los colombianos por la derrota de su equipo frente a Brasil, cuando estaban a punto de hacer la hombrada de dejarlo fuera de la competencia.
Igualmente desilusionados Shakira y los españoles con la decepcionante actuación del equipo que había sido campeón del mundo cuatro años atrás.
Y decepcionados los veloces ingleses... los prestigiados italianos... los veloces equipos africanos... los olvidados norteamericanos... los prometedores portugueses con todo y Ronaldo Cristiano... los históricos uruguayos.
Una desilusión mayor es la que deben tener Josep Blater y sus cómplices con la actuación de los árbitros, que fueron culpables de fechorías e injusticias y dejaron fuera a muchos equipos y jugadores. Como nunca, o tal vez como siempre, la gente de pantalón largo coludida con los silbantes cambió el curso de la competencia.
Desilusión grande la de Camilo Zúñiga, que dejó fuera del Mundial a Neymar, el mejor jugador de la verdeamarela, y probablemente del mundo, si Messi no dice o dijo otra cosa.
Decepción enormísima para Dilminha Roussef, que ve tambalear su gobierno y su futuro por esta aventura fallida que tantos miles de millones de dólares le costó al país sudamericano; millones que ahora le reclaman los enfermos, los menesterosos, los olvidados, los jodidos...
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