23 de Noviembre de 2024
 

Resacas de la patada

Piedra imán

Manuel Zepeda Ramos

Resacas de la patada

Tiempo. No se había cumplido el mes de la final entre Alemania y Argentina cuando los asuntos no resueltos de ese mundial de la catástrofe brasileña, que habrán de vivir durante muchos años en el imaginario colectivo de los habitantes de este tercer planeta del sistema solar, empezaron a salir a flote y a llenar el chisme futbolístico del orbe.

El primero tiene que ver con el futuro del Partido Popular, el que hizo presidente a Lula y que pudo proponer a su sucesor, esa brillante mujer guerrillera durante la dictadura  y aguerrida luchadora social durante la construcción de la democracia al lado del obrero de Pernambuco en la consolidación de su partido en el poder.

La opinión ha sido particularmente dura con la presidenta Dilma Rousseff.

La han masacrado al grado de que su partido, dicen, habrá de perder la sucesión presidencial.

 

Todo por el futbol.

La corrupción en la construcción de los estadios que no se terminaron con los partidos realizándose en medio de la obra negra y las correspondientes utilidades millonarias en la bolsa de los militantes poderosos; la ubicación de ellos, de los estadios, dándole juego al gran territorio de la Reserva de la Biósfera para que el mundial se convirtiese en un instrumento político de propaganda con miras al triunfo electoral; el caso de Manaos al que le hicieron un coloso futbolístico que nunca habrá de volverse a utilizar para tal efecto y al que ya le encontraron multitud de futuros usos, inimaginables; las enormes utilidades de la FIFA y su corrupción eterna que incluyen la venta de partidos al mejor postor y reventa al por mayor.

El escándalo pues, en el escaparate mundial y el desprestigio de un país emergente que ha sido representativo en su desarrollo en las últimas dos décadas.

Es tanto el escándalo político que, a cuatro años de distancia, se empieza ya seriamente a cuestionar la celebración del próximo en Rusia por la beligerancia enseñada por su presidente y aderezada por sus enemigos que ven la oportunidad manifiesta del río revuelto.

Si bien la politización global ha hecho su aparición en este escenario descrito, el escándalo deportivo tampoco se ha hecho esperar.

El más representativo ha sido el caso del colombiano entrenador de Costa Rica, Jorge Luis Pinto.

Nunca en la historia futbolística de Costa Rica, así como en la de ningún otro equipo de la CONCACAF, se había obtenido un triunfo mundialista como el logrado en Brasil por el cuadro tico. Pudieron llegar a cuartos de final derrotando a equipos europeos muy importantes del balompié, siendo el triunfo sobre Italia el más importante. Los Holandeses los eliminaron después de una tanda de penales que se constituyó en una lucha de titanes, entre dos grandes porteros; tanto, que el de Costa Rica es hoy guardameta del Barcelona. Sin embargo, Pinto ya no es más entrenador del equipo centro americano. Dejó de serlo porque pidió depurar su equipo de trabajo, el que le hizo la vida de cuadritos durante toda la jornada de clasificación y la hombrada mundialista, que era lo mínimo que podía pedir, teniendo además un salario modesto. Le dijeron que no y él, serio y profesional, se retiró. Se llama ingratitud. Observen como les habrá de ir en el próximo mundial y me cuentan.

El Chicharito es otro caso.

Sus pocas apariciones en el mundial y resultados modestos —un gol—, como sustituto del segundo tiempo y sin un eficiente y leal surtidor de pases en tan corto tiempo, puso en entredicho su calidad de futbolista, al grado que su entrenador que lo fue de la selección de Holanda y cuida de que no le hagan sombra a Van Persie, no quería llevarlo a la gira americana del Manchester. De última hora decidió hacerlo. Sus partidos resultaron exitosos, con marcas extraordinarias como goleador nato que es, al grado que hoy sus anotaciones en la gira son noticia mundial y varios equipos europeos de gran calidad ya quieren llevárselo a sus filas ofreciendo una millonada de euros, más de 50, por su traslado. A toro pasado, es prudente decir que a lo mejor si hubiera alineado desde el principio en el mundial, otro hubiera sido el resultado mexicano.

Y de Rafael Márquez, ni se diga.

El Piojo, con todos y sus gestos, dijo que ya no lo iba a convocar porque, palabras más palabras menos, había terminado su ciclo.

Pues resulta que el viejito Márquez, con ciclo concluido, se va a Italia al futbol profesional, a Verona, producto del resultado eficiente de su liderazgo indiscutible exhibido durante el mundial, con todo y goles anotados.

No dudo que Rafael Márquez habrá de estar en la selección nacional en el 2018. Su enorme calidad, su presencia en la cancha y su toque magistral, lo avala

Son resacas del futbol mundial que ya ha dejado, como los tsunamis, muchos muertos.

Nada más que los nuestros gozan de cabal salud.

 

 

 

 

 

 

 



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