Agencias
Las Vegas
La mente de Carín León está en blanco. A sus espaldas, el edificio más emblemático de esta ciudad, y quizá el más icónico de la era de los smartphones y TikTok, la Sphere, despliega un conteo regresivo visible en todo el valle.
Está dedicado a él, el nacido en Hermosillo hace 36 años, para quien se ha hecho un evento especial en la Ciudad del Pecado al que han acudido influencers de países como México, España y Colombia.
Todos cuentan: 10, 9, 8 y, al llegar a cero, se revela lo que, confiesa en entrevista exclusiva, ocultó incluso a gente cercana durante meses: será el primer latinoamericano en presentarse en este recinto en donde ya han tocado U2 y los Backstreet Boys.
El sonorense sabe que tiene un gran reto: cantar en un escenario con una pantalla LED interior de 16K que envuelve a 18 mil personas y un sistema de audio con casi 1 mil 600 altavoces y efectos 4D como vibraciones, viento y olores.
“Estoy visualizando la Sphere como si fuera mi cerebro”, explica Carín a EL UNIVERSAL, todavía desorientado por la manera en la que se dio el anuncio.
“Ahí podemos aprovechar no solo lo visual y el audio, sino también experiencias de olores y climas. Queremos que sea para la gente un show a la altura de todas las expectativas, pero de una manera inmersiva”.
“No es por acá”, como dice en una de sus canciones más emblemáticas, pero lejos están los días en los que, recuerda, tocaba en banquetas de Hermosillo, en bodas, unos 15 años, o en pequeños nightclubs donde apenas reunía unas decenas de personas.
Y aunque se niega a ser ejemplo de nadie (“lo que menos quiero es ser pretencioso”), reconoce que después llegaron escenarios que le emociona revivir, como el Vive Latino, Coachella y Stagecoach.
Del “rancho” a Las Vegas
Aun así, el espacio que en verdad le costó conquistar fue el de su propio territorio: el género regional, que vio enclaustrado primeramente en el estigma social.
“Fue un género que vivió mucho tiempo marginado por la opinión, con el prejuicio de que era música ‘para gente de rancho’, cuando en realidad hay agrupaciones con grandes músicos”, enfatiza.
Él forma parte de la ola de mexicanos que han llevado estos sonidos a circuitos internacionales. Decidió hacerlo a su manera: mezclando country, blues, flamenco o soul con guitarras norteñas y acordeones.
La fórmula quedó plasmada en discos como Colmillo de leche (2021) o Boca Chueca (2024), el más reciente, en donde se apartó de las etiquetas tradicionales para abrirse paso en otros públicos.