* Ante la nula respuesta sobre la resolución de la problemática del Ingenio Independencia
Facundo Bartolo Salazar
La producción de piloncillo sería una buena alternativa para aprovechar las 800 hectáreas de caña de azúcar que aún quedan, de las 5 mil que abastecían de materia prima al Ingenio Independencia, factoría que ha cerrado sus puertas definitivamente, dejando de ser fuente de ingresos para cañeros y obreros, expuso Renato Treviño López, en su carácter de productor.
Reconoció que “tal parece que el piloncillo es la opción que nos queda ante la falta de respuesta clara, real sobre el Ingenio Independencia, del que se han dicho puras mentiras, y en mi caso ya estoy elaborando jugo de caña, lo cual es una prueba de que existen las condiciones para no perder lo ya establecido”. Insistió en que ha sido nula la respuesta, tanto para obreros como para cañeros, para seguir trabajando con la factoría, por lo que se debe analizar la producción de piloncillo como una alternativa a la cual los productores se integrarían en alguna forma de asociación para competir en el mercado nacional.
Citó también el mascabado, que sería otra opción, para la cual tampoco sería necesaria tanta infraestructura, pero se puede comenzar sin mayor problema con el piloncillo, pues tiene buena aceptación entre la gente, que no lo consume por temporada, sino frecuentemente. Dijo además que se trata de un producto natural y confiable, con las buenas prácticas de manejo de alimentos que garantizan buenas oportunidades para impactar en el mercado.
Treviño López, indicó que los productores de caña podrían trabajar a nivel individual o en forma asociada, y aun cuando reconoció que resulta difícil ponerse de acuerdo, existen amplias posibilidades de plantear un buen proyecto, en torno al cual sea posible organizarse, y sin muchas dificultades enfocarse a la producción, no solamente de piloncillo, sino de otros derivados de la caña de azúcar. Aseveró que con ello ya no importaría si venden o desmantelan el Ingenio Independencia, pues el reto sería aprovechar las 800 hectáreas que quedan de la gramínea, que sería procesada en forma artesanal.