* Consumir refrescos es más caro y daña la salud, a diferencia de jugos y bebidas naturales
Facundo Bartolo Salazar
Resulta urgente consumir productos locales como el limón y la naranja, con la finalidad de impulsar la reactivación económica de la región, cuyas actividades están relacionadas principalmente con la citricultura, opinó Alejandro Tapia González, presidente de la asociación civil Mujeres y Hombres en Busca de una Vida Mejor, quien mencionó también que definitivamente es una lástima que los productores se vean obligados prácticamente a regalar sus cosechas a las grandes empacadoras, jugueras y demás intermediarios, en lugar de destinar un buen porcentaje de esa fruta para la venta directa a los consumidores, lo cual les generaría mejores ganancias.
Comentó que “es alarmante ver cómo los productores ya no tienen dinero, ni siquiera para solventar las necesidades básicas de sus parcelas, incluso herbicidas y fertilizantes, por lo que los ciudadanos en general deberían ser llamados a consumir fruta que abunda en esta región, en lugar de beber grandes cantidades de refrescos que además de ser más caros afectan gravemente la salud, provocando principalmente la diabetes”. Reconoció que, obviamente, sería muy difícil cambiar de mentalidad, y en lugar de beber un vaso de refresco de cola para refrescarse, las personas accedieran en cambio a beber un vaso de jugo fresco de naranja, o bien, una helada agua de limón.
Señaló que desgraciadamente, el público es bombardeado a cada momento por publicidad engañosa que no habla de los perjuicios que conlleva consumir bebidas con sabores artificiales que son caras, afectan la salud y además no permiten comprar productos locales directamente a los productores, lo cual beneficiaría a estos últimos con dinero fresco que les abriría posibilidades de continuar dignamente en sus actividades, sin malbaratar o desechar su fruta cuando no tiene precio aceptable en el mercado.
Finalizó diciendo que incluir más frutas en la dieta diaria de las personas reduciría en gran medida el riesgo de padecer enfermedades que acechan a la mayoría de la población como la obesidad, diabetes y en general sus complicaciones, mismas que amenazan la vida de un número cada vez más creciente de pacientes, siendo insuficientes los esfuerzos de la instituciones de salud.