El producto tiene un alto valor nutricional y hay terrenos adecuados para su cultivo
Facundo Bartolo Salazar
La malanga es una buena opción de cultivo para utilizar áreas en las parcelas que permanecen ociosas debido a la excesiva humedad del suelo, misma que no permite en su caso el crecimiento de plantas de limón, naranja, caña entre otras, indicó Arturo Galindo Levet, en su carácter de productor de caña. Añadió que ese producto es también una opción de alimentación, pues tiene el doble de proteínas que el camote y la yuca, de tal manera que sobre todo las familias de escasos recursos podrían contar con esas plantas para complementar su dieta diaria.
Destacó que el mencionado producto es relativamente fácil de cultivar, por el bajo costo de la planta y puede prepararse en un sinnúmero de formas, incluyendo comidas y postres, siendo baja en carbohidratos, por lo cual puede ser consumido con mayor confianza por todas las personas, independientemente de sus padecimientos. Opinó que en ese ámbito, el gobierno debería promover alimentos sanos, desde su cultivo hasta su consumo, en lugar de crear más impuestos para intentar frenar enfermedades como la obesidad y la diabetes.
Insistió en que la malanga tiene un gran potencial, pues además de que, destacó, hay suficientes terrenos apropiados para ese cultivo en la región al tomar también en consideración que esa planta crece en forma óptima con temperaturas entre 25 y 30 grados centígrados. El tubérculo es utilizado en la alimentación humana, animal y en algunas aplicaciones industriales. Comentó que, de hecho, la malanga se puede preparar frita, asada, en puré, en atole, capeada, en conservas, en caldo de verduras y postres. Es por ello que Arturo Galindo consideró conveniente que la población conozca ese producto tan noble, que además de tener un buen sabor tiene un alto valor nutricional y su precio por kilogramo oscila tan solo entre 20 y 30 pesos.
Ante ese panorama, hizo un llamado a los productores para que consideren la malanga para incluirla en las partes bajas de sus parcelas, mismas que definitivamente pueden ser aprovechadas, aun cuando en tierras de “aguachales” resulte difícil cultivar otro tipo de plantas. Reveló que por cada hectárea se pueden sembrar 30 mil plantas, lo cual implica una buena productividad, misma que puede complementar la economía de los productores.