28 de Noviembre de 2024
 

Apoya el Congreso a indígenas de Tehuipango

El Voluntariado de la LXIII Legislatura del Estado llevará mayores beneficios a las comunidades de Tepetlampa y Cimarrontla

Recaudará fondos para obras sociales con una cena-baile, este viernes 3 de octubre

 

TEHUIPANGO, VER.- En la Sierra de Zongolica, los habitantes de las comunidades de Tepetlampa y Cimarrontla, en el municipio de Tehuipango, sobreviven gracias al cultivo de maíz y frijol, cuya cosecha debe alcanzarles para comer todo el año. Por eso la migración, temporal o permanente, aumenta. Un paisaje de ensueño, con pinos que cortan un cielo azul, contrasta con sus carencias en educación, salud, servicios y desarrollo social.

Los programas sociales “retienen” temporalmente a los niños en la escuela, pero no a todos. Hay quienes todos los días caminan kilómetros pastoreando borregos en las montañas; otros, trabajan en la milpa o recogen leña.

Tehuipango ocupa el segundo lugar estatal y el doceavo nacional por su índice de marginación. Por ello, el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) puso en marcha aquí el programa “Adiós a la pobreza”. Como parte de su estrategia,

distintos voluntariados trabajan para llevar beneficios –además de los gubernamentales– a alguna de las 56 comunidades del municipio.

 

Al Voluntariado de la LXIII Legislatura del Estado corresponde apoyar a las comunidades de Tepetlampa y Cimarrontla. Para reunir fondos que permitan realizar alguna obra –consensuada con los propios habitantes– celebrará una cena-show este viernes 3 de octubre, en el Museo Interactivo de Xalapa (MIX), con la original Sonora Santanera.

NO HAY INSEGURIDAD

Para llegar a Tepetlampa, a partir de la cabecera municipal de Tehuipango, hay que superar durante media hora algunos cerros y valles donde sobresalen plantaciones de maíz y frijol salpicadas de árboles frutales silvestres. Un camino pavimentado, angosto y curveado, escala la montaña hasta llegar a la entrada del pueblo: un caserío disperso donde los techos de lámina brillan con el sol matutino, entre la bruma.

Menos de cien familias pueblan la zona y sus pequeñas chozas de madera se pierden entre los pinos. Dos maestros “multigrado” –bilingües– atienden la primaria y uno más el jardín de niños. Ellos cuentan que aquí no hay violencia ni alcoholismo: “la gente es buena” y las mujeres cuidan mucho a sus hijos.

 

CUALQUIER AYUDA CUENTA

En el lado opuesto se encuentra Cimarrontla, con 350 habitantes y un camino de terracería que dificulta la comunicación con la cabecera municipal, sobre todo en época de lluvias. Para recorrer la comunidad hay que estar dispuesto a “batir lodo” en las veredas que conducen hacia las casas, también dispersas.

A simple vista no se percibe movimiento. Ni vehículos, ni tiendas, ni Iglesia. Sobresale una escuelita, con su cancha que bordean tres salones, en los que 53 niños estudian la primaria y otros 20, preescolar. Su destino, en pocos años, será cortar caña y recolectar café o emigrar.

Por eso –dice el profesor Manuel Orea–, cualquier ayuda que pueda llegar, es buena.

PROGRAMAS SOCIALES

Con la aplicación de “Adiós a la Pobreza”, las familias de las comunidades de Tehuipango reciben beneficios. Obtuvieron ya receptores de agua para uso doméstico y estufas ecológicas, como las 55 entregadas en Tepetlampa en días pasados. Se contempla también dotarlas de materiales para los techos y pisos de sus casas.

Una promotora reúne a un grupo de mujeres, que conversan en su lengua. De acuerdo con la traducción, hablan de la necesidad de encontrar una mejor forma de vida que permita arraigar a sus familias, porque duele ver partir al esposo o a los hijos, sobre todo cuando ya no regresan.

Quieren trabajo, una vida digna… y más palabras en español.

 

 


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