Hace miles de años existió un gran hombre cuya inmensa sabiduría trascendió fronteras y con ella venció al mismo tiempo. Ese hombre se llamó Hermes Trismegisto y especialmente en Egipto y Grecia, fue considerado un auténtico dios, por entregar a la humanidad una maravillosa enseñanza a la cual sólo podrían acceder los “Adeptos Calificados", los grandes iniciados. Una valiosa información que bien vale la pena trasmitir, y que a continuación pongo a su consideración:
Ningún conocimiento oculto ha sido tan celosamente guardado como los fragmentos de sus enseñanzas, Su primer principio nos dice; “El Todo es mente; el universo es mental”. “El universo es una creación mental sostenida en la mente del Todo”. Esta ley ha sido conocida y usada por los hombres intelectuales más grandes a través de la historia. Todos nosotros podemos trabajar con un poder infinito. Todos nos guiamos exactamente por las mismas leyes. Las leyes naturales del universo son leyes exactas. Y existe una fórmula precisa para lograr dicha y prosperidad en nuestra vida. Donde quiera que nos encontremos, todos estamos trabajando con las mismas leyes. Y la primera ley Hermética nos enseña una clave maravillosa. “Todo lo que llega a tu vida, tú y sólo tú, lo estás atrayendo. Atraes a tu vida aquello que piensas o imaginas. Lo que sea que pienses o que tengas en mente y hagas una imagen, lo estás atrayendo hacia ti”. Atraemos de forma inconsciente y consciente. La atracción inconsciente sucede cuando dejamos que nuestros pensamientos funcionen mecánicamente. La atracción consciente ocurre cuando manejamos voluntariamente nuestros pensamientos. Todo lo que pensamos, ya sea bueno o malo, lo atraemos a nuestra vida. Cada pensamiento feliz, alegre, atrae a su vida aquello positivo en lo que está usted pensando. Si pensamos en bienestar, atraemos más bienestar. Cada pensamiento de preocupación atrae más de eso a su vida. Si piensa en deudas, mas deudas atraerán. Pensamientos más sentimientos es igual a atracción. Las emociones lo guiarán. La clave para controlar sus pensamientos está en simplemente auto-observar las emociones que desencadenan sus pensamientos. Las emociones se pueden dividir en dos grandes categorías: Emociones positivas, todas aquellas que nos hacen sentir bien; y emociones negativas, todas aquellas que nos hacen sentir mal. Genere emociones positivas todos los días, siéntase feliz todos los días. ¿Qué es lo que hemos estado atrayendo a nuestra vida? Una vez que acepte que usted es el fabricante de su propia realidad, verá que tiene la energía para cambiar esa realidad por cualquier cosa que usted anhele. ¿Qué anhela usted atraer?, ¿prosperidad?, ¿salud?, ¿bienestar?, ¿felicidad?, ¿algo material? Empiece ahora a cambiar su mundo, a usar las leyes del universo para atraer dicha y prosperidad a su vida. Defina con exactitud lo que quiera atraer. Haga una imagen mental de aquello que anhela atraer, es decir, visualice lo que quiera. Escoja una hora del día para pensar de cinco a 15 minutos seguidos, sin hacer nada más que visualizar nítidamente su objetivo. Ponga emociones en su mezcla y agradezca. El poder de la gratitud. Fórmese el hábito de agradecer. Escriba una lista de todas aquellas cosas por las cuales pueda agradecer. Agradezca todos los días. Notará que en apenas unos días su lista comienza a crecer. Notará un cambio de actitud en usted. Y en ese cambio de actitud, es como la dicha y la prosperidad, encontrarán su camino hacia usted. Recuerde deshacerse de viejos hábitos. Ponga atención a sus objetivos, concéntrese en la dirección hacia donde quiera ir y no permita que aquellas cosas que deteste, aniden en su mente y en su corazón. Porque cuanto más piense en ellas, más se manifestarán en su vida. Olvídese de los chismes, la crítica mordaz, las injurias, las mentiras y las calumnias. Porque el que las profiere, ya está viviendo un calvario. Y ahora puede estar invitándolo a ingresar a su propio infierno. Practique el perdón, porque al hacerlo, evita que su mente y su corazón se infecten de odio y rencor. Perdonando se perdona, y así se libera de los efectos inmundos del ego.
Un pensamiento de Arnold Krumm Heller, “Huiracocha”, Coronel Médico Militar mexicano de origen alemán, viene a colación de este principio: “Aquellos que enseñan a la humanidad a hacer uso de determinadas fuerzas sin impulsar a elevarse a un nivel moral más alto, obran sin consciencia. Se asemejan a padres irreflexivos que permiten a los niños inconscientes jugar con fuego. Este no les alumbra, sólo los incendia, reduciéndolos a cenizas. La energía mental es dádiva de Dios y sólo se debe utilizar para buenos propósitos y con buenas intenciones. Es justo que el pobre mejore su situación económica, pero no es justo utilizar la fuerza mental para perjudicar a otras personas”. Con ello entendemos que el bien debe estar por sobre todas las cosas y uti1izarlo sólo para el bien mismo, y así comprenderemos mejor las palabras de Jesús: “Por sus frutos os daréis cuenta”. Yo creo que usted, en algunas ocasiones, ya se ha dado cuenta de ello pero quizá no ha logrado comprenderlo. Inténtelo un poco, observe, y se dará cuenta. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.