Hace unos días México tuvo una revocación de mandato, siendo un ejercicio electoral diferente al habitual, que independientemente a quien apoyes es necesario recalcar la relación de México con la democracia, cosa que no es nueva y si tenemos un sistema electoral como el que tenemos y si tenemos la democracia que tenemos, es por cuestiones superiores a un presidente o ideología.
Para entender el por qué del sistema democrático de México, es crucial revisar los antecedentes. Nos remontamos a la creación del país en 1821 cuando la nación mexicana pasó de ser colonia española a un imperio, cosa que duraría poco menos de 2 años, para ser un país federalista con la constitución de 1824 pero que nunca dejó clara su institucionalidad y su forma de consolidar los poderes en México, cosa que desencadenaría inestabilidad como robar el poder, amenazar al mandatario en turno, intereses de extranjeros, desunión territorial y poca educación en la población.
Otra cuestión que debilitó la transición a la democracia fue la pelea entre federalistas y centralistas, además de las dictaduras y autoritarismo de Santa Anna, derivando aún más la poca apertura democrática sin respaldo de ley que se cambiaba a modo por un débil poder legislativo junto con un ambiguo poder judicial.
Para la segunda mitad del siglo XIX las cosas no mejorarían ya que habría mucha intervención extranjera, añadiendo la rivalidad entre liberales y conservadores, cosa que solo culminaría con el Porfiriato que fue otro régimen totalitario que irónicamente se volvió un mal necesario para consolidar institucionalmente al país, traer modernidad y defender los intereses nacionales de los extranjeros o cuando menos a mayor medida que en las anteriores décadas del siglo XIX.
El siglo XX sería crucial para el contexto político y democrático mexicano porque habría un desgaste del periodo Porfirista que daría lugar a la Revolución Mexicana, tanto por factores internos y externos a México, sin embargo las cosas no cambiarían después de la etapa revolucionaria ya que se daría una clase de dictadura ideológica y política en sentido de un partido político con un emblema narrativo revolucionario.
La hegemonía política duraría todo lo que restó del siglo XX dándose la alternancia entre el año 1997 y 2000, consolidando más fuerzas políticas, sin olvidar que en 1990 nacería el INE (antes IFE), llevando una transición a leyes ciertamente más claras y rígidas, aunque en el caso de México el sistema judicial no es lo suficientemente fuerte, transparente y autónomo para imponerse sobre el poder de un solo hombre que es regularmente el ejecutivo, mientras que el legislativo debería ser independiente en todos los sentidos, pero la política y conflictos de interés lo hacen estar subordinado o contrariado con el presidente en turno.
Todo lo anterior solo nos muestra una cosa y es que la democracia mexicana jamás ha sido libre porque está atada 100% al interés político cuando debería ser un 50% a la influencia política y el otro 50% a la influencia ciudadana.
Otro problema es la ciudadanía puesto que los representantes de la nación son el efecto de como es la sociedad mexicana y hay mucha razón en esta premisa ya que, si la ciudadanía es emocional, subjetiva, indiferente e ignorante, tendremos alcaldes, gobernadores, diputados, senadores y presidente de la república con estas características.
Con esto concluimos que los ejercicios electorales finalmente son parte de la política, pero deben manejarse siempre con una postura imparcial, objetiva y totalmente equilibrada de cualquier fuerza política ya sea del poder u oposición, cosa que el anterior domingo no se vio en lo absoluto, sin embargo este puede ser un precedente en una reestructuración del sistema electoral, si se deja de lado el ego y la ignorancia de muchos de nuestros representantes.
Es momento de reflexionar, analizando no solo la revocación del domingo pasado sino del sistema electoral y la democracia mexicana, logrando vislumbrar un panorama sobre lo que necesita mejorar por parte del estado y por parte de la ciudadanía porque si nosotros no colaboramos en cambiar las cosas, mucho menos lo harán nuestros representantes, o ¿Qué opinas?