Piedra Imán
Manuel Zepeda Ramos
Inicio de clases
Arrancan. El lunes 18 de agosto todo el país fue movilizado. Pero en esta ocasión fue una movilización pacífica, diametralmente opuesta a la que acostumbran algunas secciones magisteriales, con C o con S, que quieren componer el mundo como ellos lo ven y no como lo ve México y sus habitantes, que trastocan la vida cotidiana de los ciudadanos que tienen derechos y obligaciones que cumplir, que destrozan la economía del comercio organizado de las ciudades en detrimento de muchas familias que de él viven, que ensucian las calles y banquetas con efluvios insoportables que duran en extinguirse muchos días haciendo la vida imposible a quienes vivimos en México y que queremos un mejor país para nosotros y quienes habrán de sucedernos.
La movilización del lunes pasado, la de antier pues, fue una movilización festiva.
Como no va a ser así, si el lunes regresaron a la actividad escolástica del nuevo ciclo muchos millones de niños y jóvenes de todo México que habrán de prepararse debidamente para llegar a ser, en un futuro mediato, hombres de bien que releven a los cuadros que ya sirvieron debidamente en la consolidación de la economía familiar y el consecuente desarrollo nacional.
Presenciamos escenas muy vistas en el arranque del ciclo escolar, como las de los nuevos alumnos del kínder que se resisten a separarse de sus padres pero que, pasado el trago amargo algunos minutos después, los buenos maestros hacen amigable y confortable el lugar en donde aprenderán a comportarse en los primeros momentos de su educación.
Este nuevo arranque de clases trae torta bajo el brazo.
Por vez primera en muchos años México inicia un ciclo escolar con la presencia de una reforma educativa que habrá de ponernos en la perspectiva adecuada para enfrentar los retos del siglo XXI.
Por primera vez vemos con optimismo que México le apuesta a la educación que vea al horizonte.
Pero debemos empezar desde el principio.
Evaluando de inicio nuestra planta docente debidamente. Eso quiere decir examinando a todos los maestros de México para saber en qué grado se encuentran y qué se requiere para ponerlos al tiro.
Que no le cuenten y que no le mientan, ciudadano padre y ciudadano maestro. Si un profesor no pasa la evaluación no pierde su plaza como se lo han hecho saber los que alimentan las movilizaciones de los maestros en las ciudades, abandonando su sitio de trabajo y, consecuentemente, el aula a donde los niños acuden a su formación. Al contrario; tiene un segundo examen y el tiempo suficiente para ponerse al corriente si es que no lo estuviera. Y puede tener un tercer examen, incluso. Y si no llegara a pasar ninguno de ellos por el motivo que fuera, tampoco pierde la plaza aunque sí se le retiraría del aula y se le daría un puesto administrativo en el cual se desempeñaría hasta que llegara el momento de la jubilación. Deben de comprender los profesores que habrán de estar en ese caso que en esas condiciones de mala formación académica no están aptos para transmitir conocimientos a quienes habrán de ser el futuro de México en todos los campos posibles del desarrollo.
La Reforma Educativa lo contempla y se habrá de aplicar para bien de México.
Por lo pronto, el Presidente de México, desde una de las aulas de alguna escuela primaria de nuestro país, conviviendo con los niños el día del inicio de clases, anunció importantes obras civiles para el mejoramiento físico de las escuelas rurales y urbanas de México, adonde los niños tengan condiciones propias y adecuadas, necesarias y suficientes, para adquirir conocimientos.
La puesta en marcha de la reforma educativa y su aplicación en la vida cotidiana magisterial ha dado ya sus primeros resultados.
La disidencia oaxaqueña, que en otros tiempos celebraba el inicio de clases con paros y marchas de protesta por cualquier motivo de pretexto, el lunes 18 de agosto se presentó debidamente a sus aulas en todo el estado para impartir sus obligaciones desde el inicio del ciclo escolar. Resulta que la reforma educativa contempla estrictamente el cumplimiento de horarios en las obligaciones magisteriales, so pena de sufrir sanciones en detrimento de sus emolumentos y en su carta de desempeño a lo largo de toda su carrera.
México está cambiando.