En estos días, aparte de los sismos que han sacudido al país, hemos visto como ha estado la batalla en el congreso por pasar la reforma que dejará al ejército en las calles hasta el 2028, cosa que tiene muchas implicaciones que independientemente de la perspectiva política, tienen un gran efecto en la población mexicana.
El ejercito es una de las instituciones más interesantes de nuestro país ya que puede dar el significado de los hombre y mujeres que defienden la patria, pero también ha sido la más polémica, incluso la institución más corrupta de los últimos años por lo que estos matices son los que disputan al ejército mexicano.
El ejército tiene una gran historia ya que al consolidarse la independencia de México, se puede formar una institución con militares mexicanos de nacionalidad estando totalmente en movimiento por el contexto político que imperaba en aquel entonces, aquellos que siguieron a Santa Anna a Texas para recuperar el territorio, esos hombres que lucharon contra los norteamericanos y franceses, aquellos que se consolidaron y tomaron una fuerza a raíz del porfiriato, así como su fractura con la revolución pero su reorganización entre el Maximato y la época contemporánea de nuestro país.
La época contemporánea para el ejército es la etapa donde más han surgido más cambios ya que con Lázaro Cárdenas y Ávila Camacho se hizo la transición a gobernantes civiles, dejando a esta institución sublevada al mando civil, sin embargo no siempre las han mantenido a una imagen limpia pues sucesos como la matanza de Tlatelolco de 1968 y la posterior guerrilla de los 70s, hizo decaer la imagen institucional del militar, saltando hasta los 90s cuando estaba naciendo el fenómeno del narco, así como masacres de Acteal y Aguas Blancas, pasando a ser un sector vulnerable a la crítica pues con la guerra declarada al narcotráfico y crimen organizado en 2006 mandó a un sector de la seguridad a combatirlo pero algo es cierto, los militares no son competentes para tratar con redes de narco y crimen organizado, no porque sean malos elementos sino que ellos no están hechos para la secuencia de inteligencia de desintegrar redes sino para defender y atacar cuando se les dé la orden.
Esto da a entender que los militares no son la mejor opción para combatir la delincuencia del país, sin contar que el último suceso que terminó con la herida reputación del militar fueron los acontecimientos de Ayotzinapa en 2014, terminando con la credibilidad de la institución honorable del ejército.
Ahora vemos que el panorama está complicado, añadiendo que el presidente le ha dado muchas obras a la SEDENA, y por lo tanto más poder, algo que no es bueno pues la corrupción en ese sector es palpable por lo que se ha da dado un empoderamiento insano a los militares, poniéndolos como el único recurso para la seguridad pública, cosa que desgraciadamente es cierto, son los que quedan para combatir, pero a la vez son la peor opción en cuanto a legalidad, logística, incluso moral se refiere. Lo que necesitaría el país es una organización de seguridad especial para narcotráfico y crimen organizado que solo se enfocara desde una metodología de inteligencia y concentración de recursos para romper las redes delincuenciales, bajo un mando civil.
Otros países como Estados Unidos si poseen esas organizaciones especializadas que se dedican a eso por lo que, si pueden enfocarse institucionalmente y al ser de élite siempre las manejan con mucha discreción, cobertura y trasparencia, cosa que no pasa en México, aunando el incompleto y débil sistema de justicia que nos precede, a pesar de las reformas hechas en el 2008, no resultaron por la mala praxis de esta y más que nada la corrupción.
Se puede concluir que este movimiento en cuanto a seguridad pública es desesperado por un país que ya rompió récord en índices delictivos respecto a periodos pasados, pero en la política simplemente es comprar la lealtad del ejército cuando no se necesitaría, pero siempre están los intereses primero, algunos conocidos y otros que son un misterio.
Es momento de reflexionar ya que la imposición a nivel legislativo de la Guardia Nacional es un mero acto político y no de seguridad por lo que no han dimensionado la responsabilidad que confiere aunque es cierto que hoy por hoy ellos son la única opción en vista de que ya no hay policía federal que se encargue y no existen organizaciones especializadas para un enfoque específico, algo que deja nuestra seguridad a la deriva, o ¿Qué opinas?