Sólo hay una víctima de la regulación antilavado de dinero y antifinanciamiento al terrorismo: México, cuyo sistema financiero ha sido obligado a actuar con esas leyes estadounidenses sin que el cumplimiento se traduzca en ningún beneficio.
No se han capturado delincuentes, ni se han incautado sumas relevantes de dinero del sistema financiero gracias a esa legislación. ¿Quién ha pagado el costo? México.
Ese es el mensaje del doctor Robert Shapiro, exasesor económico del presidente Bill Clinton, y personaje muy respetado en los círculos financieros estadounidenses, que visitó México. ¿Por qué nuestro país es la víctima? Porque ha sido obligado a cumplir con esa legislación estadounidense que implica un elevadísimo costo de implantación y, a cambio, sólo está recibiendo un estrangulamiento de la operatividad diaria en la actividad cambiaria, debido a que los bancos estadounidenses han ido cerrando sus acuerdos de corresponsalía con los bancos mexicanos, impidiendo que alrededor de seis mil 500 millones de dólares en efectivo, que cada año llegan a México, sean repatriados de manera adecuada.
Shapiro estuvo en el Senado, a invitación de Alejandro Armenta. Ahí presentó la evidencia científica: impacto negativo a la Inversión Extranjera Directa, al flujo regular de remesas; y alteración severa del intercambio cambiario.
Shapiro tiene una alternativa: se debe avanzar a una siguiente etapa, en la que los organismos reguladores financieros de ambos lados de la frontera (el Departamento del Tesoro, Hacienda, Banxico, etc..) acuerden el establecimiento de un mecanismo que valide toda la inversión mexicana en materia de verificación.
¿Qué significa esto? Que los bancos mexicanos han puesto millones de dólares en sistemas de autenticación biométrica y facial, y que todo el rastreo de los dólares en efectivo se conoce al detalle desde hace tiempo.
En pocas palabras: los bancos mexicanos ya cumplieron, y es urgente que ambos gobiernos lo reconozcan, lo validen y que se abran corresponsalías en Estados Unidos para recibir los dólares que masivamente llegan a México.
Cada mes varios vuelos llenos con dólares en efectivo son enviados a España, Canadá y a un par de bancos estadounidenses desde México, para ser repatriados. Son dólares milimétricamente verificados en bancos mexicanos. Cumplen al mil por ciento la regulación. Pero a pesar de ello más de 20 bancos estadounidenses cerraron sus corresponsalías. Tienen miedo a la regulación. Prefieren no correr riesgo. Y el que paga los platos rotos es México, única víctima de esa ley.
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POR CARLOS MOTA