23 de Noviembre de 2024
 

Insatisfacción permanente / Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo

 

 

A veces nada es suficiente. Muchos van por la vida buscando algo más. La insatisfacción permanente es mucho más común de lo que se puede imaginar. Se puede tener todo y creer que nunca es bastante y que siempre falta algo más. Esto puede ser peligroso cuando se tienen límites inalcanzables, pues puede acarrear amargura, sentimiento de incapacidad, búsqueda desesperada de aprecio y constante queja por lo mal que la vida le trata.

 

La insatisfacción constante es hermana de la inseguridad, pues esta hace perder capacidad de disfrute e impide evaluar de forma realista las limitaciones personales. Y aquí es irremediable tener que detenerse a puntualizar que los medios masivos  y las tecnologías nos bombardean con imágenes, publicidad, y discursos de falsa motivación y positivismo que alientan a querer “no detenerse” a creer que todos debemos “lograr” toooodo lo que nos propongamos y que nacimos sin lugar a dudas para lograr ser campeones y aspirar siempre a ser “mejores”.

 

Pero esto más que acercanos nos aleja de la felicidad.

 

Entonces llegan los tan peligrosos primos cercanos de la depresión: el estrés y la ansiedad. Pues estas necesidades sociales que nos imponen las redes sociales y el mundo globalizado de: poder, logro y afiliación nos pueden llevar a niveles de burnout escalofriantes. La patología puede estar marcada por ambición, agresividad, dependencia y hasta abuso maquillado con tal de lograr el afán de liderazgo de superación de “dejar huella”.

 

La insatisfacción permanente tambien es antesala de la envidia, que es la manifestación de la infravaloración que se tiene de uno mismo y caer en comparaciones que no ayudan a aceptarse tal cual, dejando de lado las posturas de victimización y reconociendo con autoempatía y responsabilidad sus propios recursos, posibilidades y herramientas, para saber que hacer por mejorar una situación, y entonces empezar a agradecer todo lo que se tiene alrededor y vivir en plenitud y tranquilidad, aceptando con entereza y dejando de lado el control y logrando la relajación que llevará a disfrutar de pequeñas cosas.

 

Permítase el error y disfrute su presente, sin darse cuenta, el discurso y su propia narrativa cambiará y esto le dará más sentido a su vida.

 

 

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