Todo el mundo ha tenido miedo alguna vez en su vida. El que diga que no lo ha sentido, quizá es porque pertenece a la comunidad de extraterrestres que nuestros amigos los gringos acaban de validar como existentes hace poco. Pero los que somos terrícolas, seguro, hemos sentido miedo.
Se define como una emoción desagradable que es provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la adversión natural al riesgo o a la amenaza, que se manifiesta en todos los animales incluyendo al ser humano. El miedo te motiva a estar a la defensiva. Hay miedos comúnes y miedos patológicos. No hay que confundir el miedo con la fobia, esta considerada, un temor desproporcionado a una situación real, involuntario que no se puede controlar.
Para muchos el miedo es paralizante, y para otros detonador. Hay quienes por miedo no se mueven nunca de donde están, prefieren lo que ellos consideran “seguro” lo que pueden controlar, la mayoría de las veces dirigidos por el inconsciente. Platón decía: “tenemos la posibilidad de perdonar de manera fácil a un niño que tiene temor a la obscuridad; pero la auténtica catástrofe de la vida es en el momento en que los mayores les preocupa la luz.”
Y es que definitivamente el miedo hay que cruzarlo. Trabajarlo y sobre todas las cosas, jamás transferirlo, la mayoría de los padres, se la pasan calculando para los hijos, por miedo a que les pase o deje de pasar algo. Y entonces transfieren, no dejan vivir, no los dejan aprender. Se agarran de discursos trillados para cohartar la experiencia o el error, sin considerar que el que no experimenta no aprende. El miedo se manifiesta a cuatro niveles: neurológico, conductural cognitivo y fisiológico. Para poder regularlo hay que ubicarlo, encontrarle su raiz, desenredarlo, analizarlo a fondo, partirlo en todos los trozos posibles, y trabajar cada una de ellas hasta cubrirlo. Terapia es lo más recomendable. Pero, hay quienes tienen pánico de ir a terapia. Ahí es donde muchos necesitan parar y enfrentarse con ellos mismos. Porque tenerle miedo a tus traumas que te generan miedo y no querer afrontarlos y eliminarlos puede causar catástrofes que van mucho más allá de lo que le puede representar de forma personal. No enfrentar salpica por generaciones. El trabajo conlleva mucha comunicación intrapersonal. Y encontrar la adecuada asesoría interpersonal que guíe. No se puede solo. Siempre es necesario encontrar ayuda, pero ayuda especializada y nunca es tarde.
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