La psicología es una de las ciencias más importantes de nuestro tiempo, siendo una de las más nuevas es de la más afectadas por sus propios divulgadores y profesionales. Por profesionales y divulgadores me refiero a los mismos que se hacen llamar psicólogos, son estos los que tropiezan con sus enseñanzas al igual que con sus métodos. Para que una ciencia llegue a ser considerada una ciencia tiene como objetivo analizar y construir su lenguaje científico; estar separado de ese lenguaje coloquial y corriente que empleamos a diario y más aún, estar separado del lenguaje de las emociones. Es importante señalar esto ya que he notado en redes sociales que escriben líneas inspiracionales y motivadoras que ofrece consejos para mejorar la calidad de vida y la búsqueda de la felicidad. No se basan en investigaciones empíricas, teorías psicológicas o datos científicos, sino en consejos generales sobre la toma de decisiones y el bienestar personal.
Resulta extraño escuchar a psicólogos usar la palabra alma para referirse a su principal objeto de estudio, pero la palabra alma es un concepto teológico y no de la ciencia. También es extraño tener alumnos que siguen a la astrología y esta sigue siendo atractiva al público precisamente porque el hombre, creador del universo, es el principal estudio de las pseudociencias, el hombre moral, el que sufre y goza.
Tomemos de ejemplo tres diarios que acabé de consultar. Los horóscopos son redactados por diferentes personas, pero llegan a la conclusión de que debemos ser pacientes para el porvenir, pues algo mejor nos espera. Siendo un diario que la gente consulta para informarse uno se pregunta ¿Cómo es posible que se siga publicando ese tipo de cosas? Sencillo, porque es más fácil creer en ilusiones que en duras verdades. Nunca he confiado en un psicólogo que siga leyendo su horóscopo ni mucho menos de alguien que crea que su principal objeto de estudio es el alma. Una vez encontré en Facebook el perfil de un psicólogo que decía: Psicólogo por convicción, católico por vocación.
Hay demasiados charlatanes frente a las aulas, en consultorios, en cafeterías y son en general incapaces de razonar con precisión; no tienen más que una vaga concepción de lo que constituye una prueba. Sus pruebas provienen de las emociones y no de la razón. Creen que existen atajos hacia lo absoluto, escaleras de servicio que suben a los pisos de la certeza y planes del estilo “ganar pronto y mucho” para adquirir la verdad. Al no comprender las ciencias más arduas y sus métodos laboriosos, se dedican al estudio de lo que les parece una verdadera ciencia – una pseudo-ciencia.
La gente usa tecnología, medicinas que al final son productos de la ciencia, pero sus creencias descansan en charlatanes que no tienen ni un grado de estudios, su mayor tarea es burlarse de gente confundida y con problemas que les han dicho que con una receta o unas líneas emotivas serán sanadas. El trabajo de psicólogo es tener habilidades para motivar a alguien que no tiene motivación, pero no desde un lenguaje emotivo, es decir, algo que le hable a su corazón y también tiene el compromiso moral de no dejar avanzar el pensamiento mágico, la irracionalidad extrema, la pseudociencia, las creencias religiosas y peligrosas. Si eres un psicólogo que esta leyendo esto, no solo debes ser espectador de la estupidez. Denúnciala, refútala, cuestiónala porque si no será el negocio preferido de los atropellados, los bufones y puede que llegue para quedarse.
Osbaldo Ramos Vázquez
Licenciado en Historia