27 de Noviembre de 2024
 

Rubén Pabello Rojas - Los fastos nacionales

POLIANTEA

Los fastos nacionales

Rubén Pabello Rojas

Hace apenas dos años, el 16 de septiembre de 2012, el panorama social, político y económico, en México, era completamente diferente. Las reiteradas políticas públicas apuntaban a una dirección totalmente distinta.

El Ejército, la Armada y fuerza aérea mexicanos desfilaban, igual que hoy, por el Centro Histórico del país. Por la Plaza de la Constitución, por el Zócalo de la Ciudad de México, referente histórico de lo que simboliza la región más identificada por el pueblo mexicano. Ahí donde se da el tradicional Grito de Independencia desde el balcón principal del Palacio Nacional a los mexicanos, por el titular en turno del Poder Ejecutivo Federal, ceremonia cimera jubilosamente conmemorada en las demás entidades de  la República.

Es un ritual secular que representa los grandes valores fundamentales de la Nación. Forma parte del ser nacional, del alma mexicana acrisolada en el pensamiento de notables patriotas, en el fuego de luchas intestinas y extranjeras y en la sangre de miles de héroes a través de su destino  histórico.

 

Empero, hace dos  años, el Gobierno federal enfocaba unilateralmente la acción hacia el combate del narcotráfico. El mismo contingente militar desfilaba por el mismo tradicional lugar pero su actividad estaba ocupada en perseguir, en funciones policiacas, al crimen organizado operando en las calles de las ciudades mexicanas. El artículo 129 constitucional dispone que en tiempos de paz ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que ordena la disciplina militar en cuarteles, campamentos o depósitos, fuera de las poblaciones.

A pesar de ello las fuerzas armadas cumplían funciones policiacas. En el puerto de Veracruz, la Marina Armada, realizaba funciones de policía municipal, con facultades de consignar directamente al Ministerio Público a delincuentes del fuero común. 

Hoy, después de dos años, las cosas cambiaron. Las fuerzas armadas, prácticamente ya sin responsabilidades civiles, desfilaron después de que las autoridades sortearon mil dificultades, en medio de disturbios provocados por grupos anarquistas opuestos a reconocer el orden legal y después del desalojo de grupos magisteriales empecinados en hacer prevalecer por la fuerza lo que unilateralmente consideran su razón. Hubo Grito de Independencia y hubo desfile superados los problemas.

El devenir de la patria mexicana conduce a recordar que hace aproximadamente 200 años, José Ma. Morelos proclamaba en Chilpancingo aquel documento fundacional de lo que sería poco tiempo después, el manifiesto inspirador de la formación de la nueva  patria: los  Sentimientos de la Nación. Etapas llenas de ideales, luchas y heroísmo. Es necesario recordar que hace poco más de dos siglos, México no existía, era la Nueva España, virreinato que dependía del rey ibérico.  La incipiente nación,  alumbrada  en ese primer tramo histórico, comenzó siendo el Imperio Mexicano con Agustín de Iturbide.

Un siglo después, hace ciento un años, en septiembre de 1913, México se debatía en una de las más difíciles etapas de su historia. Victoriano Huerta detentaba el poder, -entendiendo detentar en su correcta acepción, según el diccionario, como usurpar, no como gobernar- siete meses antes había traicionado y asesinado al presidente Madero. Por ese baldón, el 19 de febrero de ese año, Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, decreta la formación del Ejército Constitucionalista. Es ese mismo heroico Ejército nacional que hoy desfila en el Zócalo de la Capital del país, como reafirmación de una profunda identidad nacional.

Hoy el 16 de septiembre de 2014, otros cien años después, se conmemora la heroica defensa de la Patria en el puerto de Veracruz por cadetes de la Gloriosa Escuela Naval Militar y héroes civiles. Por ello y por la gran labor de las armas navales de México, hoy se honra a la Marina, al designar Comandante del desfile militar en la Capital del país a un almirante de la Armada.

La razón y la fuerza de las instituciones prevalecieron. Lo trascendente de estas fechas en el Alma Nacional, es su esencia e historia. Debe acreditarse a la autoridad federal, la firmeza para imponer  ley y  respeto a valores superiores buscando vías dentro del derecho, como la creación de la nueva Gendarmería Nacional.

La Ley es la fuente del orden. Cuando se negocia, cuando se pervierte su aplicación, cuando no se cumple, va permitiendo que las instituciones democráticas pierdan su sentido y produzcan un deterioro social irreparable. En corto lapso la política nacional dio un vuelco. Las noticias  ahora no son acaparadas por el crimen organizado y su entorno nefasto, sin que esto quiera decir que por ello el fenómeno ha desaparecido. ¡No!

Hoy se asoma la atención pública mexicana a una era de reformas estructurales necesarias para el buen desarrollo del país, enmiendas soslayadas por más de una década, que fueron acumulando rezagos costosos en un mundo en evolución constante frente al cual, sin esa imperativa adecuación reformista, evidentemente se ha perdido competitividad.

La agenda nacional asume hoy otro rol. El de modernizar las instituciones, ponerlas a tono con el desarrollo del planeta. Obviamente hay fuerzas que se oponen, como hace 101, como hace 204 años, como hace apenas dos años, cuando  las líneas políticas eran distintas.

Es la permanente búsqueda de esa identidad nacional, tan presente y tan distante, tan propia y tan ajena. Ese ser nacional tan cercano y tan disímbolo, esa entidad mexicana tan peculiar que se introspecta para saber de qué está hecha y al obtener la respuesta encuentra que está formada por su propia naturaleza. Respuesta existente en sí misma. La que da su producto social y su esencia fundamental,  la poderosa fuerza interior que impele a lograr ese desiderátum, valioso y casi inalcanzable: La Felicidad Social.

Por todo ello, en esta fecha de supremo fasto nacional, y por siempre:  ¡Viva, Viva México!

 

 

 

 

 

 



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