Recién terminé de ver un pequeño video de una manifestación multitudinaria en Israel, en Tel Aviv, cuya esencia resumo en cuatro ideas: los israelíes, al menos “buena parte”, no son Netanyahu, lo detestan; exigen su renuncia; no concuerdan con la invasión y las muertes en Gaza; demandan la liberación de los rehenes. Ni en Gaza ni en las naciones árabes la población ha marchado contra Hamas o contra Qatar e Irán, sus asociados “morales” y responsables de la economía del movimiento terrorista. La inversión en túneles y mansiones dentro de ellos podría haberse utilizado mejor en algunas de las necesidades básicas de los gazatíes, como escuelas, alimentación, salud.
La distancia de la mayoría de los países árabes y la falta de apoyo a lo que debería ser la nación palestina es notoria, real y vil. No ignoro las añejas diferencias y rivalidades entre ellas ni soslayo otros impedimentos para actuar a favor de los habitantes de Gaza, como son, entre otros ejemplos, las masacres actuales perpetradas contra los suyos en Yemen y Siria. El resultado de los argumentos previos es desastroso: muerte, hambre. Silencio e inacción son aves de mal agüero. El silencio de los países árabes ha sido nocivo, sea por los pleitos entre Irán y Arabia Saudí, o por temor a perder el apoyo económico de Qatar. ¿Complacencia con Hamas?, ¿odio a Israel y a los judíos?, ¿desaseo y rivalidades entre las naciones árabes?
Jack Lang, 84 años, director del Instituto del Mundo Árabe que el mismo inauguró en 1987 y del cual sigue siendo director, es uno de los grandes conocedores del mundo árabe y de Palestina. En una entrevista reciente (El País, 02 mayo 2024), acota, “Los países árabes han abandonado a Palestina. Incluso algunos países de los que durante tantos años habían dado signos de que la apoyaban de manera entusiasta se han retirado”. Lang, junto con André Malraux, ha sido la persona con mayor peso en la política cultural de Francia.
Lang es de origen judío; su historia, la de su familia, no ha sido problema para dirigir el Instituto a su cargo. Releo a Lang: “ los países árabes han abandonado a Palestina”, a lo cual agrego, el grupo terrorista, amén de buscar cómo adoctrinar a los habitantes de Gaza por medio de preceptos religiosos fanáticos e infundir odio hacia los judíos y hacia Israel, se ha dedicado, gracias al dinero iraní y catarí a construir kilómetros de túneles para su beneficio.
Inadecuado olvidar uno de los sucesos en torno al Mundial de Futbol (2022) en Qatar. Aunque las cifras varían dependiendo de la fuente, el número de muertos de los trabajadores migrantes procedentes de India, Nepal, Pakistán y Sri Lanka dedicados a construir los estadios, según The Guardian, fue de 6,500. Los datos previos no son ociosos, reflejan conductas no éticas de Qatar, país que, como ya se dijo, representa una de las principales fuentes del apoyo económico| requerido por Hamas.
En el último censo en Israel (2022), había 9.700,000 habitantes, de los cuales 20% eran árabes-israelíes. Desde la matanza de octubre 7 y la imperdonable destrucción de Gaza, la población árabe de Israel no se ha manifestado a favor de Hamas. Aunque ese subgrupo no goza de todos los privilegios de los israelíes, su situación “de vida”, i.e., salud, trabajo, escolaridad es mejor cuando se compara con los gazatíes.
Lo anterior no justifica ni un ápice la invasión de Rafha promovida por Netanyahu y sus fanáticos secuaces. Mientras esa dupla cancerosa no se entere de su fracaso, el número de asesinatos seguirá creciendo. Israel ha perdido: no liberó a los rehenes y nunca terminará con Hamas.