A medida que Estados Unidos se adentra en la vorágine de su ciclo electoral, México se encuentra en una posición delicada, observando con cautela el desarrollo de las campañas al norte de su frontera. Con la nominación de Donald Trump como candidato republicano y la reciente selección de J.D. Vance como su compañero de fórmula, el panorama político estadunidense presenta desafíos significativos para México, tanto para el gobierno saliente de López Obrador como para la administración entrante de Claudia Sheinbaum.
La campaña de Trump y Vance promete ser particularmente relevante para México. Pero también hostil. Trump, conocido por su retórica antiinmigrante y su insistencia en la construcción de un muro fronterizo, probablemente volverá a colocar a México en el centro de su discurso sobre inmigración y seguridad nacional. Su historial de amenazas arancelarias y presión diplomática sugiere que una victoria republicana podría resultar en una relación bilateral más tensa y volátil.
J.D. Vance comparte muchas de las posturas de Trump en temas de inmigración y de comercio. Como autor de Hillbilly Elegy y senador de Ohio, Vance ha sido crítico de los acuerdos comerciales internacionales y ha expresado preocupaciones sobre la inmigración ilegal y el tráfico de drogas hacia EU. Su presencia en la fórmula republicana podría reforzar una plataforma que ve a México más como un problema que como un socio. Ante este escenario, tanto López Obrador como Sheinbaum deben prepararse para varios escenarios:
Presión migratoria intensificada: es probable que la campaña de Trump-Vance prometa medidas más duras en la frontera. México podría enfrentar demandas de mayor control migratorio en su frontera sur y presiones para aceptar más solicitantes de asilo.
Renegociación comercial: aunque el T-MEC está vigente, la administración Trump-Vance podría buscar renegociar aspectos del acuerdo o implementar medidas proteccionistas.
Seguridad y narcotráfico: el tema del tráfico de drogas, especialmente el fentanilo, podría ser utilizado como arma política, lo que podría resultar en demandas de acciones más agresivas por parte de México.
Retórica divisiva: la campaña republicana podría utilizar a México como chivo expiatorio para problemas internos de EU, lo que requeriría una estrategia diplomática cuidadosa.
El gobierno de López Obrador deberá mantener un delicado equilibrio, defendiendo los intereses de México sin provocar confrontaciones innecesarias que puedan complicar la transición para la administración de Sheinbaum, cuyo equipo deberá prepararse para potencialmente asumir el poder en medio de una relación bilateral tensa y volátil.
La estrategia de México debería incluir una diplomacia proactiva que fortalezca los lazos con diversos sectores en EU, incluyendo estados fronterizos, empresarios y la comunidad méxicoamericana. Por supuesto, también que potencie la diversificación económica. México deberá consolidar su papel de liderazgo en AL, fomentando la cooperación regional para trabajar con los demás países latinoamericanos para abordar temas como la migración de manera conjunta.
El gobierno de Sheinbaum debe diseñar una estrategia de comunicación estratégica para resaltar la importancia de la relación bilateral y los beneficios mutuos de la cooperación. Y claro, México deberá fortalecer la economía y las instituciones democráticas y de justicia nacionales para resistir presiones externas. Es crucial que mantenga la calma y la dignidad frente a posibles provocaciones durante la campaña. La estabilidad y prosperidad de ambos países están estrechamente ligadas, y es en interés de todos mantener una relación bilateral constructiva, independientemente del resultado electoral en EU.
El desafío para México será navegar estas aguas turbulentas con prudencia y firmeza, defendiendo sus intereses mientras se mantiene abierto al diálogo y la cooperación. La resistencia de la relación México-EU se pondrá a prueba una vez más, y corresponderá a sus líderes asegurar que prevalezca el entendimiento mutuo sobre la retórica divisiva. Ni a EU ni a México nos conviene que la escalada polarizante siga devorando la agenda cotidiana y dinamitando todas las enormes ventanas de oportunidad para ambas economías y sociedades.