12 de Julio de 2025
 

El alma del mexicano bajo la retórica de la transformación y el bienestar

 

 

 

Por Lic. Osbaldo Ramos Vázquez

 

Las siguientes líneas no están dirigidas a un público tan amplio como uno esperaría que al escribir columnas, estas sean publicadas para ser leídas por varios lectores, pero al final de cuentas, nacen muertas desde la imprenta.

Si quiero dejar en claro que está dirigido a ese pequeño rebaño que desaparece a diario, me refiero a los que siguen conservando su integridad intelectual.

Desde el año 2017 yo me había percatado de un discurso tan vulgar como vago y sin sentido, pero me sorprendió mucho que dentro de mi círculo de intelectuales, incluyendo a los historiadores, estaban siendo arrastrados y convencidos por ese payaso sin un barniz de lógica persuasiva en su manera de hablar como de exponer las ideas que según él traería un cambio para nuestro país. Los jóvenes, principalmente los que se han leído las obras más revolucionarias de Marx, Los Castros y Che Guevara, se lanzaron a apoyar ese proyecto, lo que dejó bien en claro que tenía una fuerza social ese nuevo discurso.

Promover discursos vinculados con la corrupción y el evangelio son de tinte populista. Jamás en la historia política de México se había visto que un hombre con un gran berrinche, con un falso juicio, que nunca pudo dejar de pronunciar, sostenía que era la corrupción la que impedía por completo que el país prosperará. Sostengo deliberadamente que tuvo un impacto en toda la gente analfabeta. Es lícito decir que ese discurso iba dirigido a la clase más baja, pero resulta extraño observar y escuchar a profesionistas defenderlo, ese proyecto de cuarta al que llaman transformación o bienestar era para los de alma baja y no tanto para los pobres en el sentido social. Estuve una semana en Tlacolula Oaxaca y la gente a pesar de ser de una zona rural, se atrevía a decirme que era la misma tontería de siempre en los políticos y las promesas del partido político dominante. Entonces, si sostengo que ese discurso era para los más pobres hablando intelectualmente porque he visto a profesionistas enojarse cuando confronto sus creencias respecto a la transformación de cuarta.

Apoyar con programas de bienestar no resuelve nada. Sigo viviendo en una sociedad cada vez más dominada por el narcotráfico y si este mal social está creciendo, es precisamente porque la pobreza crece y se inclinan por servir a este gran mal. Gente que vive en lugares que se derrumban, sin imaginar que ahí se vende todo tipo de drogas. Esos programas no van a arreglar la injusta estructura de la sociedad. Alivia el sufrimiento momentáneo. Veamos el ejemplo de los jóvenes que reciben una beca y lo primero que hacen es gastarlo en algo momentáneo: alcohol, videojuegos, ropa, es decir, moda y construyen una moral de esclavos hacía el partido: esperar el depósito de su beca.

Pero lo que más me ha sorprendido en los últimos meses, es ver a una mujer renunciar a su integridad intelectual y a la actitud científica. Se presumió de ser la primera mujer científica presidenta de México, pero al escucharla evadir temas de importancia como el crecimiento económico, el empleo, la seguridad y apostarle al progreso y a la ciencia, esquiva, acusa, pospone, inventa y más aún, desmantela el apoyo científico, demuestra que la ideología está por encima de la ciencia. La ideología es para los pobres, no para los intelectuales. Dedicarse horas por las mañanas a inventar berrinches de que no se alcanzan los objetivos porque las anteriores administraciones les dejaron un enorme caos, solo es una costumbre mexicana: desde que se inventaron los pretextos se acabaron los pendejos. Más aún, ¿No ya se había terminado la corrupción?, ¿No se insistió en decir que ya se había erradicado la desigualdad social?, ¿De verdad somos tan inteligentes para cambiar de creencias? No, lamento decir que no, porque los mexicanos crecieron con un discurso de eliminar a la figura dominante y darles lo que siempre han querido: promesas y más promesas. Esa nueva promesa es una nueva autoridad que usa su propio lenguaje para identificarse con ellos mismos. Si, es importante criticar al sistema político, pero también debemos recordar que al hacerlo nos estamos criticando nosotros mismos porque tenemos lo que nos merecemos.



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